sábado, 28 de septiembre de 2013

El hispano Perro del Hortelano

*Por Ángel Rico
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Solo en España podría haber protagonizado Lope de Vega, la comedia “El perro del hortelano”. Desde entonces el refranero aplica el término de “perro del hortelano” en general, a quien –ni come ni deja comer—y, en particular, al cargo, público o privado, que teniendo atribuciones para hacer algo, no lo hace, impidiendo que otros hagan lo que tiene que ser hecho.
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Todos conocemos casos en organizaciones políticas, empresariales, sindicales, profesionales, culturales, etc., donde quienes tienen que hacer algo no lo hacen, e impiden que otros puedan hacerlo, son ejemplos de “Perro del Hortelano” –PdH—en el futuro.
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El PdH, suele ser buena persona, educado y limpio, pero ni hace, ni deja hacer lo que corresponde a su cargo o responsabilidad. Se caracteriza por –estar encantado de conocerse a sí mismo--. Y por las mañanas al afeitarse y mirarse al espejo se dice: --que bueno soy, cuanta razón tengo y que equivocados están todos los demás--. Así, un día y otro y otro.
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Las personas que forman parte de esa organización, pública o privada, esperan una y otra semana, más dos meses y aún semanas más, a que el PdH haga algo evidente. Y cuando la actitud conformista se hace eterna, suele salir alguien del grupo que dice: --¡tenemos que hacer algo!--. Momento en que el PdH se yergue, pero no para apoyar esa propuesta, o en caso contrario, para discutirla con sólidos argumentos, lo que el PdH hace es solicitar que le apaguen el micrófono al díscolo, incluso ordena que le apeen de la plataforma donde pudiera haberse pronunciado el --¡tenemos que hacer algo!—
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En algunos sectores de la economía, con grandes problemas que están en la mente de todos, donde hay un PdH en la presidencia, este se escuda en que: --todos, todos, pero todos, todos los males de ese sector son por culpa del gobierno, de las tormentas o del mal fario--. Si se admite que muchísima culpa de la situación es del gobierno, porque es verdad,  sería sensato preguntarse además: --¿qué posible culpa podría tener, en tan mala situación, el PdH?--. Sobre todo si el PdH lleva al frente de la organización política, sindical, empresarial, profesional, cultural, etc., varios años.
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Usted, respetado lector, ¿se imagina un club deportivo que no ganase ningún partido durante varios años, y el entrenador justificase la situación del equipo, culpando a la federación, a los árbitros, a la lluvia y al teatro de los jugadores contrarios por tirarse en el área? Con seguridad aparecería algún socio que se preguntaría --¿Y no puede tener algo de culpa el entrenador?--
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Otra característica del PdH es, que si fuese bombero preferiría que ardiese todo el monte, antes que admitir que la ayuda de otros fue conveniente para apagar el incendio. El PdH, tampoco aplica la suma de esfuerzos para conseguir objetivos comunes, no entendiendo que --si otros ayudan a  conseguir sus propios fines, al tiempo que consiguen los propios es bueno, en cualquier caso mejor que no conseguir nada de forma individual--. Esa miope actitud se corresponde con aquello de: --pide un deseo, que te será concedido, con la salvedad que a tu socio le concederemos el doble que a ti--, el PdH pediría –perder un ojo--.
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El PdH vive en un mundo artificial, porque los que están a su alrededor solo le dicen lo que quiere oír; los exsocios cuentan en cualquier foro el motivo de abandonar la asociación, e incluso, los directores de empresas proveedoras, que en algún momento tuvieron conversaciones con el PdH, retratan el perfil real del personaje en cualquier reunión donde salga el tema.
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El PdH culpa a todos de todo; olvidando aquello de: --Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo--. El PdH tiene mala memoria, y por ello olvida los acuerdos que firma, llegando a firmar acuerdos que están en contradicción con los primeros que se firmaron. Si fuera un viajero se podría decir que, tiene billetes para viajar, al mismo tiempo, al norte, al sur y al este. En esos casos, es conveniente aquello de: --callen canas y hablen letras--. Para demostrar al PdH  que es él quien se está desviando del camino acordado.
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Cuando el PdH se ve sin seguidores, promete entonces el “quinto salto” mortal, con lo difícil que es el salto mortal simple; consiguiendo algunos clientes temporales, que al no ver, ni el quinto, ni el cuarto, ni el tercer, ni el segundo salto mortal, le abandonan decepcionados, con la sensación de haber sido engañados al no cumplirse algo que era imposible de cumplir. El PdH habría tenido más éxito si hubiese prometido el --paso a paso--, posible de cumplir, en lugar del imposible “quinto salto mortal”. El PdH utiliza de forma reiterada el argumento de que él es el necesario y no otros, esgrimiendo batallas y cicatrices del pasado, siendo de aplicación aquello de: --dime de lo que presumes y te diré de lo que careces--.
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No obstante lo anterior queda la esperanza, porque alguien civil piensa que: --lo mejor que puedes hacer es lo correcto, lo segundo mejor lo equivocado, y lo peor que puedes hacer es nada. El tiempo de hacer nada ya ha pasado--. Es posible que no todo esté perdido.
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Un ejemplo concreto del –ni comer ni dejar comer—lo estamos viendo en el Jefe del Estado, que ni hace lo que tiene que hacer  –como representante del Estado-- por motivos de salud, ni deja que el Príncipe de Asturias, haga lo que tiene que ser hecho para el Estado.
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Para que nadie más se pudiera dar por aludido, estas reflexiones son de carácter general, y cualquier parecido con un caso concreto de la vida real, será pura coincidencia.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA&GEA 

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