*Por Ángel Rico
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Cuando
la décimo segunda potencia económica mundial, España, es permanentemente ridiculizada por figuras tan chuscas
como el “Gibraltar de Picardo”,
la “Bolivia de Morales”, la “Venezuela gobernada, por el colombiano,
Maduro”, o la arruinada y venida a
menos “Cataluña de Mas” no puede pretenderse, en la partida
política mundial, merecer el respeto del resto de países serios. Algo que la
decisión del COI realizada en Buenos Aires, ha puesto –negro sobre
blanco--, la opinión que se tiene de España,
cuando hay que pasar de la retórica a los votos.
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Japón es una potencia, económica y política, seria que es merecedora de organizar
unos Juegos Olímpicos. Pero Turquía,
es un compendio político, religioso e ignorante de 73 millones de habitantes
que caminan hacia ninguna parte. Solicitan su entrada en la Unión Europea , y al mismo
tiempo mantienen la Sharía como fuente
suprema del Derecho. La ciudadanía
turca, espera que se repita la historia de 1934, y aparezca un nuevo Mustafa Kemal, para convertirse en el
moderno “Atatürk” (Padre de los
turcos) para devolverles la libertad que las obligaciones musulmanas, les están
impidiendo. Una Turquía, hoy, donde
no todos los ciudadanos son iguales, existiendo distintos derechos si se es,
kurdo, circasiano, zazas, bosnio, georgiano, laz, gitano, árabe, griego,
albanés o armenio. Un país que se constituyó como tal, en 1923, mediante al Tratado de Lausana, y que con el actual
(desde 2003) Primer Ministro, Recep
Teyyip Erdoğan, ha cambiado el rumbo, retrocediendo hacia el sultanato del
siglo XIX, en lugar de hacia las posibilidades de libertad del siglo XXI. Un
país que no se merece ingresar en la
UE , ni organizar
unas olimpiadas. Por eso resulta tan insultante que la candidatura de Madrid 2020 haya caído en la primera ronda y frente a Estambul.
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Ahora
los burócratas del COE y del Gobierno de España, justifican la derrota, de Madrid 2020, por la actuación poco elegante del Presidente del COI, Jacques Rogge, que
–al evitar la concesión de las olimpiadas 2020 a Madrid, la candidatura de París 2024 tendría más posibilidades--.
Una actuación que, de ser cierta, sería similar a la que en su momento realizó Juan Antonio Samaranch a favor de Barcelona 92. No admitir que las decisiones de los miembros
del COI, están tomadas con
anterioridad al acto de proclamación es no vivir en la realidad. Creer que la
inspiración a los miembros del COI
les vendría, con la brisa de Puerto
Madero, en Buenos Aires, escuchando
un tango de Gardel, mientras
saboreaban un té mate, es una estupidez.
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Muy
pocos discuten que la candidatura de Madrid
2020, objetivamente, era la mejor de las tres finalistas. Entonces ¿Por qué
fue derrotada en la primera ronda? Porque a los miembros del COI, les da igual que las olimpiadas
sean en uno o en otro lugar, el romanticismo del juego limpio en el deporte, se
desmorona, cuando se empieza por no existir juego limpio en la decisión del
lugar donde los deportistas deben competir, y, además, las prebendas de los
miembros del COI seguirán vigentes,
independientemente de donde se realicen los juegos. Por tanto a la hora de votar, se olvidan del “principio
ético del COI” y de los demás
principios del olimpismo moderno, concebidos por Pierre de Freddy y Barón de
Coubertin, en 1894, y siguen las directrices interesadas de sus
respectivos países.
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Yo
lamento que Madrid 2020, se haya
quedado fuera de la organización de las olimpiadas, sobre todo porque mis hijos
formaban parte del numerosísimo equipo de “Voluntarios”. Pero también lamento,
la tenue respuesta del Gobierno de
España, frente a los insultos y afrentas del alcalde de Gibraltar, al usurpar con chulería la
territorialidad de nuestra nación. Lamento, los reiterados insultos del Gobierno de Cataluña, donde además de
faltar el respeto a la Historia común, saquea
–una y otra vez—la Hacienda Pública de los
españoles. Lamento ver a terroristas condenados, paseando por las calles. Y lamento que, la clase política actual crea que sus acciones,
mediocridades u omisiones, no tendrán consecuencias. Lo ocurrido anoche en Buenos Aires, demuestra lo contrario.
Cuando nos perdemos el respeto a nosotros mismos, es incoherente que esperemos
respeto por parte de los demás. ¡Fin de la cita!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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