sábado, 28 de diciembre de 2013

Desperdiciar el voto o desperdiciar la mayoría absoluta

*Por Ángel Rico
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Esta pasada semana hemos tenido ocasión de escuchar, urbi et orbi, la opinión del vicesecretario General de Organización del PP, Carlos Floriano,  sobre el voto en las próximas elecciones al Parlamento Europeo donde, a su juicio, --votar a “partidos pequeños” es desperdiciar el voto— (sic)
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En la opinante frase, Floriano, deja en evidencia a su propio partido; que ha desperdiciado la absoluta mayoría que los ciudadanos le otorgaron dos años atrás. Nunca en democracia un partido político tuvo tanto poder, como el PP en la actualidad. Un inmenso poder que ha dilapidado, gobernando en lo económico, en lo político, en lo judicial y, en definitiva, en lo social, de forma contraria a lo prometido en su programa electoral, y a la esencia misma de la filosofía primigenia de ese partido gubernamental.
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Luego, en la experiencia de gobierno de un “partido grande” como el PP, queda demostrado que a la hora de “desperdiciar” las oportunidades no es el voto a “partidos grandes” o “partidos pequeños” quienes malgastan la confianza otorgada, sino la actitud de las personas. Es decir, quienes son buenos o malos, no son los partidos políticos, sino los políticos que los representan en cada momento.
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Floriano, ha demostrado comportarse como ese eterno opositor a notarías (caso similar al de Javier Arenas, vicesecretario General del PP) que nunca ha conseguido superar la prueba a fedatario público, y el padre para que deje de vaguear le acaba poniendo un negocio, que obviamente tampoco sabe dirigir. Porque si “vox populi vox dei” la opinión que los ciudadanos extremeños tienen de Floriano, ha quedado demostrada en todas las elecciones regionales a las que se presentó, no obteniendo la confianza mayoritaria de sus propios paisanos.
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Por tanto, los ciudadanos en las próximas elecciones europeas, regionales, locales o generales, tienen que analizar no si un partido político es “grande o pequeño”, sino la valía personal de quienes componen las candidaturas, porque al final, estos o aquellos políticos, serán quienes desempeñen con diligencia o mediocridad, el escaño obtenido con los votos de la ciudadanía.
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Como no es posible, en candidaturas cerradas y bloqueadas, ponerles un “muy bueno” a los candidatos diligentes, habrá que empezar a utilizar la actitud contraria: --la de señalar, mediante una tachadura en la papeleta electoral, el nombre de aquellos candidatos que en la actual legislatura se hayan caracterizado por su desidia o mediocridad--. Usted, respetado lector, estará pensando que: --así se anula el voto--.
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En efecto, tachando el nombre de los políticos mediocres se anula el voto a los buenos; pero es que ya es hora de que, además de los ciudadanos, los políticos buenos señalen como mala compañía a los políticos indolentes, gandules, holgazanes y malos que puedan ir en sus propias listas. Cuando el ganar o perder sea cuestión de unos cuantos votos y, algunos, acaben perdiendo porque, aún habiéndose votado a su propio partido, miles de votos quedaron anulados porque los ciudadanos tacharon a los mediocres, las direcciones de los partidos llegarán a la conclusión que –en las próximas candidaturas habrá que dejar fuera a los políticos malos, porque la desidia en política acaba teniendo consecuencias--.
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El próximo mes de mayo, habrá elecciones el Parlamento Europeo, y un servidor, junto con cientos de familias españolas que fuimos tratados con total indolencia, por el vicepresidente de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, en un asunto que era de su competencia, votaremos al PP, pero tacharemos el nombre de Carlos José Iturgaiz Angulo, para dejar claro en política, que la desidia tiene consecuencias.
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Ya se nos ha trasladado la incomodidad por dicha actuación futura, por parte de algunos, presuntos, candidatos a europarlamentarios, que podrían quedarse sin acta a pesar de que las urnas electorales hayan recibido muchos votos a su partido. La respuesta a todos los preocupados ha sido la misma: --Si Iturgaiz va como candidato, aunque sea el último de la lista electoral, nuestros (pocos) miles de votos al PP serán anulados, luego entonces, la solución está clara--.
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La pregunta que usted, respetado lector, se está haciendo: --¿Y esta actuación anulatoria se repetirá en las elecciones autonómicas y generales? – Respuesta: ¡También!
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Que a un candidato del PP o del PSOE, no les voten los electores seguidores del partido contrario, lo tienen asumido. Pero que los votos al propio partido queden anulados al tacharse el nombre de este o aquel candidato mediocre, es una situación a la que los buenos no se habían enfrentado. Y mientras no existan listas abiertas, tendrán que hacer campaña dentro del partido para que no paguen justos por mediocres.
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Ya se acabó aquello de colocarse dentro del montón de candidatos, en un puesto de, previsible, salida sin quererse dar por enterado de que este o aquella, son negativos para sus aspiraciones políticas y para el bien de la ciudadanía. El cómplice silencio, sobre las malas compañías, de los buenos será lo que desperdicie la oportunidad de colocar a cada cual donde se merece. Se apelliden Iturgaiz, Floriano, Soria o Soriano.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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