sábado, 15 de septiembre de 2012

No tener miedo a las palabras

 *Por Ángel Rico
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Confucio escribió: --Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad--. Pensamiento que me ha venido a la mente tras escuchar a Arturo Mas, decir “no hay que tener miedo a la palabra independencia” al reunirse con los organizadores de la manifestación de la –Día “Da”--. Tiene razón Mas, no hay que tener miedo a las palabras; ni a las que el Presidente de la Generalidad de Cataluña utiliza para zaherir al resto de España, ni a las que el Gobierno Central debería utilizar para dejar clara la cuestión, esas palabras son: --“Constitución”, “artículo 155, “Estado de Derecho”, “cumplimiento de las sentencias de los tribunales”, “Poder Judicial”, “iguales ante la Ley”, “Intervención”, “Guardia Civil” e incluso “la deuda de Cataluña que la sufraguen a escote los participantes en la –Día “Da”-.
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Considero que es un error político no querer darse por aludido, ante la sucesiva e insultante retahíla de mentiras esgrimidas por la casta política nacional-separatista catalana y vascongada. Porque cuando se ataca al Estado, se nos está atacando a todos y cada uno de los miembros que componemos dicho Estado. No tengo datos ciertos sobre la capacidad de las tragaderas gallegas, en relación a la media nacional, pero aunque, hipotéticamente, la media de las tragaderas galaicas fuese superior a la media nacional, Rajoy deberá gobernar teniendo presente al total de la nación.
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Esa sonrisilla y actitud de “macho alfa” del clan de presidentes de comunidades autónomas españolas, que utiliza, el manirroto presidente, Arturo Mas, es despreciativa, facciosa, humillante, infame, ignominiosa, injuriosa, insultante, insurrecta, maldita, ofensiva, provocadora, sediciosa, para el resto de ciudadanos que, conforme a la Ley, somos iguales que él, y obligados a los mismos principios y al cumplimiento de las mismas leyes. Luego entonces, debe acabar esa actitud de chulo acostumbrado a vivir entre “putas y ramonetas” (Puyol senior dixit)
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Cuando Arturo Mas, se reúna con Rajoy en La Moncloa, el Presidente del Gobierno deberá recibirle en la sala denominada “Pedro de Silva” que fue usada por el general Murat, durante la invasión francesa, y en dicha sala debe haber: --la Bandera de España, el Escudo de España, la Constitución Española, abierta por el artículo 155 (página 45), el acta de la Junta Electoral Central con los resultados de las últimas elecciones generales, certificados de las Mesas del Congreso y del Senado, con la composición de cada cámara, el Código Civil y Código Penal, encuadernados en piel, una fotografía grande de la fachada del Banco de España, un tricornio, y en el hilo musical, la versión ampliada del Himno de España--. Y deberá saludar a Mas con un: --Tú, por aquí ciudadano, ¿qué le ofreces a España?
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Frente a la sediciosa –Día “Da”—de los nacional-separatistas catalanes, Rajoy debe poner sobre la mesa el --“Día D”--, de la recuperación en España  del sentido común y del: --pregúntate qué puedes hacer tú por España, en lugar del qué puede hacer España por ti—Porque de eso se trata, de evitar que el Estado quede, siniestro total, por permitir que cada cual tire de una manga hasta el total desgarro de las instituciones, de la cohesión social y de la paz.
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La doctrina ha definido al Estado como la sociedad jurídica y políticamente organizada, por medio de la estructuración del poder público para su ejercicio dentro de un territorio determinado, en este caso España. El Estado detenta el poder, el control de los medios de violencia, el Estado se reserva el uso de la fuerza dentro del territorio y todas sus competencias (¡todas!) están determinadas por el orden constitucional y legal vigente. Porque su legitimidad, la del Estado, emerge del pacto social de la totalidad de los ciudadanos y, --esto lo añade un servidor-- el Estado debe actuar permanentemente en la totalidad del territorio del propio Estado. Basta releer a Maquiavelo, en su obra El Príncipe, para entender como desde el Renacimiento se introdujo en la sociedad moderna el concepto “Stato”. Principios que no han sido sustituidos por otros que, hipotéticamente, pudiesen otorgar más derechos y privilegios a ciudadanos residentes en Cataluña, frente a los residentes en Castilla-La Mancha, Madrid o Extremadura. Iguales ante la Ley, ante Hacienda y ante el cumplimiento de las sentencias de los tribunales de Justicia.
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Rajoy debería dejar claro que: --ante la falta de credibilidad de los ciudadanos en la Justicia, el Gobierno de España, no tratará de ningún asunto (¡de ninguno!) con aquellos territorios que no cumplan las sentencias y, además, se jacten de no hacerlo. La leyes se cumplen y la de Estabilidad Presupuestaria, ¡también! En relación a la necesidad urgente de Cataluña de, 5.023 millones de euros, (cantidad que recuerda a un billete de lotería de navidad) deberá recordarle la alternativa directa que tiene el gobierno de aquella autonomía de, hacérselo ver a los 7.289.808 habitantes (censo mes julio de 2012) residentes en aquel territorio y solicitar el pago de la módica cantidad de 689 euros por ciudadano. Quedando demostrada la respuesta de los ciudadanos catalanes, a un verdadero referendo de autoindentidad.
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Así se demuestra el liderazgo, proponiendo soluciones a los problemas. Dejando claro que: --No es justo que un “Mosso       d’Escuadra” tenga superior salario que un “Guardia Civil”, o que un médico del hospital “Vall d’Hebron” cobre más que un médico del hospital de “Ciudad Real”. Optar por la vía de: --que sea el dinero de los demás, el que pague los vicios propios--, es una actitud inadmisible, Para dejarlo claro no debemos tener miedo a utilizar las palabras concretas, por ejemplo --¡No!-- a las peticiones egoístas que hará el macho alfa catalán, después se le acompañará a la puerta de salida comentándole, en voz baja, que: --lo que no puede ser, nunca será-- y se le deseará buen viaje de regreso, a esa parte del Estado español que es Cataluña.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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