lunes, 12 de marzo de 2012

El político y el voto de las señoras de “moral descuidada”

*Por Ángel Rico
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Le confesaré a usted, respetado lector, que Dios no me envió por el camino de las nuevas tecnologías. Me cuesta mucho dominar las posibilidades de los nuevos dispositivos telefónicos, de voz, datos e Internet. Mi aprendizaje, con la tecnología, es tan lento que cuando empiezo a dominar todas las posibilidades de un dispositivo, este tiene que ser renovado por otro más moderno, por lo que me veo condenado a tener que empezar el aprendizaje sobre las posibilidades de cada nuevo aparato.
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Viene esto a cuento porque, la semana pasada, fuimos convocados a una reunión de trabajo en un alto departamento del Gobierno de la Comunidad de Madrid. En este tipo de reuniones se exponen los objetivos que pretenden los administrados, --nosotros--, y es posible apreciar la capacidad de implicación, o no, que tienen, con la sociedad los directores administrativos que intervienen. En dicha reunión empezaron a sonar, una y otra vez, los móviles de nuestros anfitriones. Un servidor ante el temor de que sonase el propio, lo que habría sido una descortesía, manipuló el terminal recién adquirido para tratar de dejarlo en silencio, disimuladamente presionó la supuesta tecla de silencio de llamadas entrantes y la reunión continuó.
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Al término de la reunión, y una vez fuera del edificio oficial, me dispuse a reponer el sonido de mi moderno dispositivo telefónico, comprobando con estupor que con mi manipulación no había desconectado el sonido de llamadas entrantes, sino que había puesto en funcionamiento el sistema “ record rounds” (grabar sonidos) por lo que, gran parte, de la reunión había quedado archivada en sonido digital. Bueno, -pensé-, al menos podré revisar los asuntos tratados en la reunión y asimilar, de forma perfecta, las sugerencias que se nos trasladaron por los próceres con los que nos habíamos reunido.
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Tratando de recordar las palabras y proposiciones que había pronunciado el alto cargo político, para elaborar mi habitual resumen de la reunión, había unas que mentalmente no conseguía ubicar, que no tenían sentido, ni lógica política en Democracia. Ante la duda, me dispuse a refrescar mi memoria, escuchando el archivo sonoro que por error se había creado en mi telemóvil. Y en efecto, allí estaban las palabras del representante del Gobierno de la Comunidad de Madrid: “—Yo no entiendo por qué mi voto (el del político) debe valer lo mismo que, … ejem, …. que…. el de una puta, por ejemplo” (sic)
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¡Era verdad!
mi memoria no me estaba engañando. La frase existía, el prócer la había pronunciado, y allí estaba grabada, con un excelente sonido digital. Iba “tan sobrao” que, públicamente, ponía en cuestión el valor democrático del voto de aquellas personas que ejercen su profesión en “casas de lenocinio”, frente a votos tan “distinguidos” con el suyo.
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Mi análisis, largamente realizado, sobre el significado real de esa frase, me llevó a cuestionarme ¿--Si eran merecedoras de respeto el resto de frases y argumentos expresados, en el transcurso de la reunión, por parte del locuaz representante del Gobierno de la Comunidad de Madrid? Porque alguien que empieza por justificar el incumplimiento de las competencias asignadas a su negociado; que continúa con quitarle el voto a quienes su oficio es “la relación carnal”, y se acaba .., ¡Uf! da miedo imaginar donde se puede acabar con la particular mentalidad de este representante del Estado en la Comunidad de Madrid.
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He decidido guardar ese excelente archivo sonoro, para que, en su caso, pueda servir para enseñar a los jóvenes lo que dijo Albert Einstein:Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera” Ya que las referidas palabras pronunciadas por alguien que vive de los contribuyentes, no son nada ejemplarizantes.
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Lo procedente ahora, la Esperanza en el futuro, es que los superiores de este mal ejemplo de representante público, le enseñen lo que dice el Artículo 14 de la Constitución Española: “--Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”--. En caso contrario, burócratas como este, empezarán por quitarle el derecho al voto a las meretrices, (ó a los gitanos, ó a los pobres, ó a los negros, ó a las mujeres, ó a los gays, etc.) y acabarán quitándonoslo a quienes sugiramos que él es, además, profundamente incompetente en el cumplimiento de las atribuciones de su cargo. A sus hechos me remito. Tal herejía constitucional, nunca es inocente.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA

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