*Por Ángel Rico
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Uno
de los elementos fundamentales para curar cualquier enfermedad es que los
médicos conozcan a la perfección los síntomas del enfermo, de ahí que sea
preciso que --el paciente describa, lo más detalladamente posible, los síntomas
de su enfermedad--. De la perfecta interpretación de la suma de los síntomas,
se llegará a determinar la enfermedad de
que se trata, y por tanto, el tratamiento y los medicamentos adecuados para la
cura.
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Si
el enfermo adultera la relación de los síntomas, difícilmente se podrá
prescribir el tratamiento adecuado. Lo que ocurre con sectores de la economía
nacional como “el transporte” y “la agricultura”. Sectores que van mal,
pero que gracias a placebos temporales como “gimoteos recurrentes” y
“subvenciones inmerecidas” se sigue caminando hasta el siguiente “gimoteo”
y la siguiente cumplimentación del impreso de subvención de la PAC ;
y así, una y otra vez, con la diferencia que --el sector agrario recibe anualmente (según Rajoy) 7800 millones de
euros en ayudas, que antes salieron de nuestros impuestos; y el sector del transporte, que pierde anualmente un 10 por ciento de sus efectivos, y una
parte de los ingresos que merece su trabajo--.
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Los
implicados, --camioneros y agricultores— se empeñan en falsear
los síntomas que aquejan la realidad de
sus respectivos sectores. Los primeros, los transportistas, se niegan a admitir que: --el principal de sus
males es el individualismo--, la solución a sus problemas está repartida en los
miles de profesionales que forman el conjunto del sector; cada uno defiende
como válida su parte de solución, pero nunca se sumará a la parte de solución
que tienen el resto de sus colegas. Y así, razón individual a razón
individual, el problema del transporte
se gangrena. Y los segundos, los agricultores,
han asumido que con 7800 millones de
euros al año, viven mejor que sin esa cantidad. Dedicando todo su tiempo y
esfuerzo, a reivindicar más ayudas para conservar su agricultura, amenazando a
la cobarde sociedad con que, en caso contrario, desabastecerán los mercados de
alimentos.
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El
gobierno de turno, es cómplice en esa farsa, con la equivocada actitud de mimar
a un sector, y marginar al otro. Como si dedicando atención a la rueda
delantera de una bicicleta y relegar al olvido la trasera, no se corriese el
riesgo de que por un pinchazo trasero, no sea posible que el biciclo se mueva y
la actividad desarrollada, gracias al conjunto, se detenga.
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Considerar
como un “éxito” --una reunión de varias decenas de asistentes, de un sector
compuesto por cien mil profesionales--, es un ejemplo de “falseamiento de los
síntomas”. Aunque en esa hipotética reunión, participasen San Pedro o San Judas,
sería imposible llegar a una solución positiva, porque el resto de
profesionales seguirían haciendo kilómetros, con su parte de verdad, y con su
parte de gangrena. Por eso, es urgente,
introducir la objetividad en los hechos, en los razonamientos y en la
situación, para que sea posible dar con la solución. ¡Con la única solución! No con noventa y ocho mil trescientas doce
soluciones distintas y, en algunos casos, antagónicas. Está abierto el plazo
para que los profesionales del transporte
presenten sus candidaturas al Comité
Nacional de Transportes, aquellos que no participen ahora, no tendrán voz
el resto del tiempo. Hechos son amores y no buenas razones, dice el refranero
español.
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El
sector agrario nacional, también
necesita de un análisis a fondo y con objetividad de su realidad y sus vicios.
Y alguien, en el gobierno, debería responsabilizarse para informar a los
agricultores que --los 7800 millones de
euros al año, llegará el día en que Europa
no los financiará más--. Y si las estructuras agrarias no se han preparado para
ello, el shock será sombrío, cuando reviente la burbuja de las ayudas. Por
ello, es recomendable dedicar tiempo a la conquista del futuro, en lugar de a la
conservación de las tradiciones del pasado.
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La
sociedad lanar mira siempre para otro lado, mientras el gobierno dirige el
juego del trile, con los sectores “agrario”
y del “transporte” con el resultado
de que --España tendrá que pagar una
sanción de 1370 millones de euros,
por no haber sumado inteligentemente las sinergias del agro y del transporte, y
no haber cumplido los compromisos relacionados con el Tratado de Kioto y mantener un exceso de 193 millones de toneladas
de CO2, respecto a los objetivos
nacionales--. Pero ¡… qué más da! Al
fin y al cabo ¿qué son 1370 millones de
euros? mientras haya momentos para improductivos “gimoteos” e impresos para
solicitar más “ayudas” de la PAC., y mantener de
barbecho, el 18 por ciento del total cultivable.
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La
sociedad no puede permanecer impasible ante unos desajustes estructurales,
cuyos negativos resultados, acaban siendo pagados con nuestros impuestos. La
sociedad no debería admitir como normales, el falseamiento de los síntomas de
sectores tan importantes como la agricultura
y el transporte, porque –además de
no obtener el máximo de resultados posibles, tenemos que pagar las
consecuencias de la mala planificación del sistema, debido al falseamiento de
los síntomas--. Porque la ignorancia de la sociedad, cuesta dinero; el
individualismo de los transportistas,
les cuesta dinero a ellos mismos; el egoísmo de los agricultores, cuesta dinero a la sociedad; y la actitud de los
políticos, cuesta dinero. Las cantidades sumadas, en este trile oficial, suponen
la nada despreciable cifra de 9170
millones de euros, que como los pagamos nosotros, --los contribuyentes--
algo tendremos que opinar al respecto, porque hay un síntoma que hoy no se puede ya ocultar: --¡el inmenso
olor a podredumbre!--.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA & GEA
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