*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que he dedicado unos minutos de mi tiempo
para leer, y volver a releer, el discurso del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la
Conferencia Agraria de ASAJA. En las
palabras del discurso, escritas con una sucesión de innecesarios firuletes, se
pone en evidencia el desconocimiento de, al menos, dos realidades en la
economía nacional, la del sector “agrario”
y la del “transporte”, lo que no
dice mucho de quien pretende liderar políticamente la Hispania
actual.
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Siendo
verdad que hay zonas donde el sector agrario está a la vanguardia de Europa, también es verdad que, en otras
zonas de España, la agricultura está
aferrada al Medievo, y solo las
subvenciones europeas, dinero que previamente ha salido del bolsillo de los
contribuyentes --según las palabras de Rajoy,
7.833 millones de euros al año—permiten viabilizar la actividad de esos
agricultores. Y, me remito a la prueba de que, cada año, en España se mantienen 3,5 millones de hectáreas (el 19 por
ciento, de todo el potencial nacional cultivable) como improductivo, pero
subvencionado, barbecho. Hay que reconocer que muchos agricultores dedican más
tiempo al año, a cumplimentar los impresos de ayudas, que en experimentar con
nuevas variedades en sus campos. Mientras esa realidad no se admita se estará
impidiendo el I+D+i, creador de empleo, en el agro.
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Un
servidor, que ayudé a crear ASAJA en
1989; una entidad de la que nos divorciamos dos años después, --porque lo que
no puede ser, no puede ser y, además, es imposible—y que, colaboré desde mi
actividad en Bruselas a que el
sector “agrario” español se esté beneficiando año, tras año, tras año, desde
1986, de 7.500 millones de euros en
ayudas, tengo la fuerza moral para decir que: --eso, hoy, es injusto--.
Porque quienes hacen posible que los ciudadanos, europeos en general, y
españoles en particular, tengan alimentos frescos, de calidad y a precios
razonables, cada mañana en la tienda de la esquina, no son los agricultores que
producen las patatas o la carne, sino el transporte que, pase lo que pase, lo
permiten.
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Llegados
a este punto surge la pregunta: --¿Por qué, entonces, tanta ayuda oficial para
los agricultores y ninguna para los transportistas?—Y en la personalidad de, la
mayoría, de los profesionales del transporte está la respuesta, me explicare:
--Hay, entre otros muchos, un grupo en faceebok
que se denomina “Camioneros hasta la
muerte” y, con el máximo respeto, considero que esa denominación muestra la
realidad del problema. Hay muchos camioneros para quienes lo principal es su
camión (el chato, el viejito, el largo, el azulón, etc., nombres con los que,
algunos camioneros, denominan a sus máquinas de trabajo) no el resultado que se
obtiene como consecuencia del trabajo con ese camión. Cuando se confiesa que “se será camionero hasta la muerte” se
está declarando que –pase lo que pase—cada día el camión se pondrá en
funcionamiento; y si para ello, es necesario cortarse las venas para aportar
sangre como combustible al camión, se cortan las venas y a quemar kilómetros.
Yo, creo que ahí está el error de este importante sector, porque los
gobiernos lo saben, y no modifican las leyes que necesitan ser modificadas.
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La
ciudadanía está tan acostumbrada a utilizar cada día los instrumentos de la
sociedad del bienestar, que son desconocedores de quienes permiten que ellos, y
sus familias, puedan disfrutar de ese bienestar. Si se diese el milagro de que
los transportistas decidiesen un día “morir sin trabajar”, en lugar de “trabajar hasta la muerte”, no habría
leche en las estanterías de los comercios, ni galletas, ni carne, ni fruta y
entonces surgiría la pregunta: --¿por qué, no tenemos a nuestro alcance, lo que
hemos tenido siempre?-- a partir de ese momento, la sociedad empezaría a
respetar a un sector, que necesita en primer lugar, que los profesionales que
lo componen –los camioneros-- se respeten a sí mismos. Y empiece a ser más
importante para ellos, el resultado del trabajo con el camión, que el propio
camión.
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No
recuerdo ninguna ocasión a un presidente
del Gobierno participando en alguna reunión de profesionales autónomos del
transporte, como sí lo han hecho, en varias ocasiones, en las reuniones de los
agricultores. Hasta que no se consiga que algún presidente del Gobierno, asista
a una de estas reuniones y empiece su discurso con: --Amigas y amigos
transportistas, en nombre de la sociedad os doy las gracias porque, cada
mañana, nuestros hijos tengan leche, galletas y fruta a su disposición--, hasta
que ese hecho histórico no se produzca, los transportistas y sus familias serán
ignorados, primero por los gobiernos, y después por una sociedad lanar que,
oculta tras la ignorancia general, aporta cada año 7.833 millones de euros, para que los agricultores dejen sin
cultivar el 19 por ciento del terreno cultivable nacional, elevando el IPC e impidiendo, abaratar la energía a
utilizar en el transporte, mediante el posible biodiésel nacional. Los transportistas, tienen derecho al mismo
respeto y volumen de ayudas que la agricultura.
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Los
transportistas deben ser conscientes de su protagonismo en el 7,5 por ciento
que, junto con la agricultura, aportan al Producto
Interior Bruto nacional. Sin los camioneros, las manzanas se pudrirían en
los campos, la leche reventarían las ubres de las vacas, el trigo se caerían en
los campos, y no habría más espacio para congelar carne en las cámaras
frigoríficas de los mataderos. Por eso, cuando Rajoy valoró la aportación al PIB
de los agricultores, olvidando en su discurso a los transportistas, actuó como
la madrastra de los cuentos, que como único argumento ofrece la manzana
envenenada que la sociedad engulle estúpidamente.
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Ser
“camionero hasta la muerte” es, a mi
juicio, lo primero que hay que modificar para que este sector, consiga el reconocimiento
a su actividad, por parte de la sociedad, y por tanto, la rentabilidad que
merece su trabajo. Mientras esto no se consiga, no servirá de nada la
melancolía que les acompaña cada día en los cientos de kilómetros que,
voluntariamente, hacen caminando con su camión “…hasta
la muerte”
.
…He dicho!
.
*Es Presidente del GEA & GEA
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