viernes, 22 de agosto de 2014

Ni a partidos, ni a sindicatos, ni a patronal, ni a las religiones

*Por Ángel Rico
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Un servidor defendió y defenderá siempre la importancia de la “libertad” en todos los conceptos de la vida; si existe algo de divino en lo humano, como dijo Lord Acton, es el anhelo de “libertad”; un deseo de “libertad” contagioso que explica el devenir de la historia de la humanidad. La libertad no es un medio para alcanzar un fin político más alto; es en sí misma el más elevado de los fines políticos. Es decir, lo consignado en las constituciones liberales: el derecho a la vida, a la “libertad” y a la propiedad.
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¿Por qué la “libertad” económica es necesaria para la existencia de la “libertad” política? --Porque para que las personas puedan asociarse libremente en organizaciones, partidos, gremios o de la forma que deseen, deben poder disponer de sus recursos. Si en vez de ser así es el gobierno quien los dispone, por la vía del hecho o del derecho, las personas no podrán manifestar su opinión, no podrán abrir un diario, no podrán formar un partido político, no podrán actuar de acuerdo con su libre albedrío,  etc.
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La Constitución española, ampara en los artículos 6, 7 y 16, la “libertad” para crear, participar y seguir los partidos políticos, los sindicatos y organizaciones empresariales, así como la religión que cada cual considere conveniente. Pero una cosa es, tener la “libertad” de pertenecer a estas entidades y otra que –tenga que ser el Estado quien financie el mantenimiento de las mismas--. La religión prospera mejor cuando depende únicamente de la devoción de sus fieles, lo que también será de aplicación para los partidos políticos, sindicatos y patronales. Si respecto a la religión, en general, el creyente sincero no necesita que el Estado haga nada en su favor, salvo que lo deje en paz; la gente que tiene confianza en su fe no necesita la ayuda del César para dar a Dios lo que es de Dios; similar filosofía debe ser aplicada para los partidos políticos, sindicatos, patronal y patronalillas. Aquellas entidades –partidos políticos, sindicatos y patronal-- que tienen confianza en lo que reivindican y defienden, así como el método para defenderlo, tendrán asegurado contar con seguidores.
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Si usted, respetado lector, se pregunta: --¿Qué haría, un servidor, si gobernase y tuviese atribuciones al respecto?--, Eliminar en su totalidad, las ayudas que el Estado viene otorgando a “sindicatos y patronales” y la suma de esas cantidades aportarlas a un “Fondo de Compensación para los Trabajadores”, que serviría para ayudar a aquellos trabajadores con cargas familiares, y sin medios para subsistir. De esta forma, nadie podría acusar al gobierno de sisar una cantidad que correspondía a los trabajadores, porque nunca en la Historia los trabajadores habrían dispuesto de unos fondos tan claramente destinados a su beneficio, como esta propuesta. Y si el gobierno de turno tuviese dudas, que haga un referéndum al respecto entre los trabajadores y verá que el apoyo será mayoritario.
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¿Y los sindicatos qué? –Los sindicatos tendrán que pactar con los trabajadores que les sigan, “qué será lo que tengan que defender y cómo hacerlo” para que sean los propios seguidores quienes sufraguen los gastos fijos de esas organizaciones privadas--. Porque el Estado no les financiaría.
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Y ¿los partidos políticos? –Yo aplicaría la misma filosofía para sus gastos generales--, siendo consciente que alguien podrá argumentar que, el dinero en los procesos electorales produce unos efectos corrosivos. Y, aún siendo cierto ese peligro, en otros países avanzados se ha controlado el modo en que se recaudan y se gastan los fondos destinados a las campañas electorales, y se han  impuesto límites legales a la cantidad que cada partidario puede aportar, lo que debería aplicarse en España, si hubiese una indiscutible separación de poderes. Aunque no obstante, se podría aprobar para cada proceso electoral nacional una cantidad fija, --un porcentaje sobre los Presupuestos Generales del Estado de ese año, se dedicaría a ayudar a la difusión de las propuestas electorales de los partidos políticos y que se repartiría entre los partidos que obtuviesen escaños de una forma proporcional al número de apoyos--. De esta forma las elecciones quedarían a la apreciación libre de los potenciales electores y, no existiría el sentimiento general de que: --los partidos políticos dedican más tiempo a mantenerse en el sillón que a congraciarse con los electores--. Con esta forma de aplicación de la “libertad” en la política, se conseguiría la conexión directa entre los electores y sus partidos políticos, conexión que ahora queda difuminada por la seguridad que dan los Presupuestos Generales del Estado. Los partidos que no hablasen el mismo idioma de los electores quedarían por el camino.
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La “libertad política” consiste en que todo el tejido institucional garantiza las libertades individuales. Éstas últimas consisten en las acciones cotidianas de las personas en “libertad”, siempre y cuando no lesionen iguales derechos de terceros, pero el Estado no debe ir más allá de garantizar el derecho a participar en política, sin tener que financiar a los partidos políticos.
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¿Por qué la libertad política es necesaria para la existencia de la libertad económica? --Porque si entendemos la libertad política en su doble condición de participar en el proceso de formación de la voluntad general  y la existencia de derechos inherentes a la persona, como a la vida, la propiedad, la honra, etc., no es posible que una persona disponga de derechos, si estos son una concesión graciosa del gobernante de turno.
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La misma filosofía deberá ser aplicada al mantenimiento de las diferentes creencias religiosas. En los últimos 200 años se ha puesto en práctica la idea de mantener separados al gobierno y la religión, a fin de dar a cada persona el derecho de creer o no según los dictados de su conciencia individual, de forma que el Estado no influya en la religión, ni la religión influya en el Estado.
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Desde los poderes públicos solo se deberá intervenir en aquellos casos donde se incite, como actos religiosos, a atentar contra los seguidores de otras religiones o contra los no creyentes; es decir, se podrá actuar únicamente sobre los actos, no sobre las opiniones religiosas. Quedando todo lo referido a la financiación de cada religión, a la relación directa entre Dios, el ejemplo de sus representantes en la tierra y los respectivos creyentes. Lo de la equis (X) en la casilla de la Iglesia, en la declaración de la renta, debería desaparecer, y tampoco permitir la financiación por países extranjeros de sus religiones en España, cuando dichos países no permiten la reciprocidad religiosa en su territorio.
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Y a todas estas libertades se debe sumar la “libertad de prensa” porque la prensa libre es uno de los pilares de una sociedad democrática, "la prensa libre no es un privilegio, sino una necesidad orgánica de la sociedad". De hecho, a medida que la sociedad se vuelve cada día más compleja, la gente confía más en los periódicos, la radio y la televisión para mantenerse al tanto de las noticias mundiales, la opinión y las ideas políticas. Una muestra de la importancia de la prensa libre es que cuando las fuerzas antidemocráticas se apoderan de un país, lo primero que hacen de ordinario es amordazar a la prensa.
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Porque ya lo dijo Cicerón: --La “libertad” no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo--. Por tanto, seamos libres para financiar individualmente, o no, a los partidos políticos, sindicatos, patronales y religiones.
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He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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