*Por Ángel Rico
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La
famosa frase del magnate de la comunicación, William Hearst, --utilizada en la tendenciosa campaña del “New York Journal” en el contencioso
hispano-cubano (1895-1898) dando a
entender a los ciudadanos americanos, mediante una serie de noticias falsas y
portadas provocadoras, que en Cuba,
había una guerra, cuando, en realidad,
solo había algunas escaramuzas. Con aquella táctica, lo periódicos americanos de la época
hacían negocio, provocando una ilusión
bélica, porque la guerra, es algo que –entonces y ahora--
siempre vende.
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Similar
estrategia están llevando a cabo ahora, una gran parte de, los medios de
información occidentales, en general y, la Televisión Española , en
particular, que está informando de la guerra árabe-israelí de una forma parcial
y, por tanto, inveraz. Centrar sus noticias en los lamentables resultados que
provoca el ejército israelí, al destruir edificios, sin indicar que desde en
esos edificios estaban las lanzaderas de cohetes que, previamente dispararon
cohetes contra Israel, no es
deontológico; no informar de la existencia de decenas de túneles para atacar a Israel, ni que, una y otra vez, es Hamás quien rompe todas las treguas
propuestas, es sectarismo informativo. Ignorar que Hamás, está considerado por la Unión Europea y
Estados Unidos, como un grupo terrorista y que –para Hamás la paz con Israel
es una cuestión innegociable, y no informar de que las muertes de civiles en Gaza, es el resultado de escudarse los
terroristas entre sus propios ciudadanos, es claramente una indignidad
periodística. Quedando demostrado que la primera víctima en una guerra es la
verdad.
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La
parcialidad de la televisión pública es tan evidente que, ha tenido que salir
el portavoz de la Embajada de Israel en España para decir:
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--“Las crónicas dramatizadas de la
corresponsal de TVE, empezando por
el abuso de adjetivos y siguiendo por las muy cuidadas puestas en escena,
resultado de un casting y selección de escenarios al dictado de los intereses
de Hamás, son, sin más, el producto de una activista. El activismo político no
es, desde luego, periodismo, y transmitir propaganda no es informar. ¿Alguien
en su sano juicio puede creerse que, tras más de tres semanas en Gaza, no ha
tenido oportunidad de hablar y tomar imágenes de los almacenes de armas de
Hamás, del lanzamiento de cohetes desde zonas habitadas, del uso de civiles
para proteger los edificios (viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas) desde
los cuales los terroristas lanzan cohetes y misiles? Lo intolerable es que un
medio de comunicación público le dé cabida en sus informativos”—(Sic) Y yo,
estoy totalmente de acuerdo con el fondo de la queja diplomática.
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Esa
componenda informativa, ha conseguido que miles de personas a quienes no les
han importado nunca las penalidades, ni las muertes de miles de niños en Siria, Irak, Afganistán, Irán o Nigeria, se estremezcan (y es justo
estremecerse) por las muertes en Gaza.
Lo sorprendente no es que, a esos ciudadanos, les soliviante lo que está
ocurriendo en Gaza, sino que no les
inquiete lo que viene ocurriendo durante tanto tiempo en aquellos otros lugares
donde a las mujeres no les amparan los Derechos
Humanos y donde, el Islamismo
provoca, cada mes, miles de muertes de musulmanes
inocentes. También resulta lamentable
que, esa hipócrita ciudadanía, no tengan, --respecto a Gaza--, otra alternativa que las plañideras lamentaciones, sin
denunciar a los verdaderos culpables de las muertes de inocentes, es decir, Hamás y su aplicación de los “noes
de Jartum”: --“No a la paz
con Israel”, “No al reconocimiento de Israel”
y “No a las negociaciones con Israel”--.
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Editar
las noticias, sin hablar de la causa real del conflicto, es actuar con similar
estrategia a la que provocó la Guerra Hispano Estadounidense y que, transcurrido más de un siglo, recordar el
protagonista amarillismo de aquella prensa, produce una inmensa vergüenza
social. Si, entonces, los medios de comunicación fueron los provocadores, de la
entrada de Estados Unidos en la
guerra, porque periódicos como el New
York World, de Joseph Pulitzer, y
el New York Journal, de William Hearst, fomentaban con mentiras
sensacionalistas y falsas, el interés de los lectores, que se fueron inclinando
a la entrada de Estados Unidos en
guerra contra España; hoy la actitud
de los medios de información occidentales, recuerdan demasiado a aquella vileza
interesada.
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El
amarillismo periodístico de entonces, incitó a creer que España había sido la responsable del hundimiento del acorazado Maine, en la bahía de La
Habana (el tiempo ha demostrado que ocurrió por
cuestiones fortuitas). Y para asegurarse el cretinismo de los ciudadanos de
entonces el New York Journal ofrecía en portada
cincuenta mil dólares, “por alguna pista que ayudase a dar con los culpables”.
El amarillismo informativo de hoy, incita a desentenderse de los verdaderos
culpables de las muertes de miles de inocentes en Gaza, donde lo que importan son las hipócritas lágrimas por la
indecente escenificación informativa, que muestra una parte de la historia, sin
interesarse en qué hacer para que no haya más muertes.
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Entonces,
los medios informativos norteamericanos, enviaron a Cuba a sus corresponsales con la consigna de que: –contaran las
atrocidades que allí cometían los españoles--. Para los periódicos el
inconveniente fue que la situación en Cuba
era casi normal y salvo algún “aburrido” enfrentamiento entre rebeldes y
españoles no había gran cosa que contar. Incluso uno de los corresponsales, que
además era dibujante, mandó un telegrama a su jefe que decía: --“Todo está en
calma. No habrá guerra. Quiero volver”--. La respuesta de su jefe, William Hearst, fue: --“Usted suministre las ilustraciones que yo
suministraré la guerra”--.
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Hoy
los corresponsales “ponen las imágenes y los medios ponen la guerra señalando a
los culpables que interesa” y que, además de satisfacer los objetivos publicitarios de esos
medios informativos privados, --porque en Qatar
son agradecidos--, también, sirven para intereses políticos; como lo demuestran las engoladas y vacías
frases del Ministro de Exteriores y
Cooperación español, José Manuel
García-Margallo: --“España
apela (¿a quién?) a poner fin cuanto
antes a la “sangría” en Gaza”, el conflicto en Gaza "puede contagiar a una región que está a punto de
explotar, de incendiarse" la única solución es una "urgente"
resolución de la ONU que permita el
cese de hostilidades y conversaciones de paz--. La retórica del ministro se
realiza con el impresentable objetivo de, “simpatizar con los países árabes
para que estos –los árabes—voten a favor de que España forme parte del Consejo
de Seguridad de la ONU ”.
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Y
ante tan evidente falta de dignidad política, surge una pregunta: --¿Para qué
quiere el Gobierno de España tener
una silla en el Consejo de Seguridad de la ONU ? ¿Qué mejoras para la
ciudadanía mundial quiere llevar a cabo desde ese puesto en la ONU ?
Porque cuesta imaginar, que el Gobierno
de España disponga de proyectos meritorios para la humanidad, cuando
pretende ocupar uno de los diez sillones posibles en el Consejo de Seguridad de la
ONU , de una forma tan mezquina.
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William Randolph Hearst, considerado el creador de la prensa amarilla y fundador
de la Hearst Corporation ,
uno de los más poderosos grupos de comunicación del mundo en la actualidad, nos
enseñó su lema preferido: -- “I make news” (Yo hago las noticias)— En España hoy TVE fabrica las noticias.
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Entonces
tras infructuosas negociaciones, el Presidente
McKinley solicitó plenos poderes al Congreso,
que le fueron concedidos el día 18 de abril de 1898. El día 21, sin previa
declaración de guerra, los buques estadounidenses comenzaron a bloquear la Cuba española y a apresar buques mercantes
españoles. El 23 de abril, España
declaró la guerra y el 26 lo hicieron los Estados
Unidos.
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Bertolt Brecht, dijo:--Cuando la hipocresía empieza a ser de muy
mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad--. ¡Pues eso!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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