miércoles, 6 de agosto de 2014

Verdad, justicia, amor y libertad

*Por Ángel Rico
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Los Anusim en Sefarad nos hemos caracterizado históricamente por no inmiscuirnos en las creencias de los demás. El temor de nuestros antepasados a escuchar la frase “tirar de la manta” es algo que está grabado en nuestra herencia genética, es por ello que “vivimos y dejamos vivir, creemos y dejamos creer”. Pero una cosa es --que dejemos a cada cual creer, o no creer, lo que tenga por conveniente y otra cosa es no darnos cuenta de ciertas teatralizaciones político religiosas que están ocurriendo en el presente--.
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Cuando el Papa Francisco, realizó el pasado mes de mayo, su viaje a Tierra Santa, --Aman, en Jordania, Belén, en Palestina y Jerusalén, en Israel-- para reunirse con las diferentes comunidades, tuvieron lugar una serie de actuaciones que no pueden pasar desapercibidas ante el común de los mortales. Porque si el Islam es como es, y ordena a sus fieles la Yihad contra los infieles; habrá que considerar por tanto, que fue otro gesto a la galería el escrito de invitación de Francisco : -- Señor Presidente Mahmud Abás, deseo invitarle a usted y al Señor Presidente Shimon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano. Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración--. (Sic)
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El Papa Francisco realizó, el 8 de junio de 2014, un gesto histórico en El Vaticano, al reunir para una inédita plegaria por la paz en Oriente Medio al presidente israelí, Shimon Peres, al líder palestino, Mahmud Abas, y al Patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, en los jardines de la Casina Pío IV, no muy lejos del Museo Vaticano. Aquella reunión, de mercaderes, recordó a San Juan II, 13-22, Jesús expulsa del Templo a los mercaderes: --Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”.  Sus discípulos se acordaron que está escrito: “El celo de tu casa me devora”. Entonces los judíos le dijeron: “¿Que señal nos das para obrar así?” Jesús les respondió: “Destruid éste templo y en tres días lo levantaré”.  Los judíos le replicaron: Se edificó el templo en cuarenta y seis años, ¿Y tú lo levantarás en tres días?” Más Él hablaba del Templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos que ya lo había dicho, y creyeron en la Escritura y en la palabra de Jesús--.  Hecho histórico, que en El Vaticano se olvida con frecuencia.
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Salvo que el Papa tratase de mostrar a la opinión pública su primer milagro, aquella oración común en El Vaticano, estaba condenada al fracaso desde que fue diseñada. Ni la Ley de la Gravedad, ni que el Islamismo, admita como iguales a las otras dos religiones mencionadas, --salmo milagro papal--, pueden dejar de ser como son, por el mero deseo del Papa.
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El Papa Francisco, sabe que el Islamismo se caracteriza por: --No admitir más religión que el Islam. Y el Corán no dice: "No matarás";  dice: "Tu deber es matar a los infieles"--. Es decir, matar a infieles como yo, o como usted, respetado lector,  si no me convierto al IslamEl Corán contiene al menos 109 versos que llaman a los musulmanes a la guerra con los no creyentes, judíos y cristianos.  Los musulmanes que no se unen a la lucha son llamados ‘hipócritas’ y se les advierte de que Alá les enviará al infierno si no participan en la masacre.
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Para los musulmanes, matar infieles (judíos y cristianos) les absuelve de 700 pecados ante Alá— En una ocasión, se le pregunto al Apóstol de Alá: --¿Cuál es la mejor obra? – Él respondió: --Creer en Alá y su Apóstol Mahoma”--.  Después le preguntaron: --¿Cuál es la siguiente obra mejor en bondad?—Él respondió: --“Participar en la Yihad  (guerra santa), la lucha religiosa en la causa de Alá”--. En el concepto musulmán de “guerra santa” se enseña que: --los mártires que mueren se aseguran el cielo--. Occidente y el Papa, deben conocer que, para los musulmanes: --La Yihad es una orden que emana de Alá, y que la transmitió Mahoma a sus seguidores. Es un imperativo universal y para todos los tiempos, según el Islam. La Yihad, tiene que durar hasta que la humanidad se someta al Islam.
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--¿Por qué Francisco I, realizó aquel acto de oración conjunta con quien tiene, el “Islamismo”,  como mandato fundamental “acabar con los infieles”, como el “Catolicismo” tiene el mandato de  “no matarás”?, ¿Por qué tanta hipocresía ceremonial? Hipocresía, que a mi juicio, no se vio correspondida con palabras y gestos inequívocos clamando por las muertes de miles de cristianos en  Mosul, en una sucesión de  ejemplos de limpieza religiosa a manos del Islamismo. O por las muertes de decenas de miles de seres humanos musulmanes, a manos de otros musulmanes, en países musulmanes.
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Tras aquel  gesto de oración conjunta, se han producido más de 2000 muertos en Gaza, y más de 4000 en Siria e Irak, en el denominado, Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS).   Por lo que habría que solicitar: --Por favor, Santidad, no realicéis más gestos de este tipo--. Que las oraciones por la Paz, sean gestos individuales, y sumemos todas las oraciones en el mismo objetivo, al fin y al cabo, Vuestras oraciones, Santidad, ante el Altísimo tienen el mismo valor que las nuestras.
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¡Que Dios me perdone! Pero observo tantas similitudes en las actuaciones de Francisco I, en relación a los Judíos en Israel, con las de Pío XII, en relación a los Judíos en Alemania y Polonia, en los años 30 y 40 del pasado siglo. Lo que se denominó y puede volver a denominarse –“el fracaso moral del silencio”—es un hecho innegable para análisis objetivos. Guardar silencio con respecto al por qué ocurre,  lo que está ocurriendo, es una forma de complicidad por omisión. Las palabras pretenciosas de entonces y ahora, están demostrando ser totalmente inútiles. El mismo día que Pío XII comenzó su pontificado, Mussolini echo de Italia a 69.000 judíos y aquel Papa no dijo nada. Unas semanas más tarde Italia invadió Albania. El Papa protestó, pero "no porque un país había sido cruelmente atacado, sino porque la agresión se había llevado a cabo en un viernes santo". En la actualidad, y  tras las matanzas de cristianos en Mosul, de musulmanes en Irak, Siria y Gaza, Francisco I, sigue sin decir nada consecuente.
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Son decenas de correos los que me están llegando de “cristianos radicales” insinuando que Francisco I, es el “antipapa” o el delantero centro de los “Illuminati”. Obviamente no son dignos de tenerse en cuenta. Pero también es conveniente tener presente que: --el hecho de ser papa no está, necesariamente, ligado con estar en posesión de la verdad absoluta--. Los ejemplos de: --Sergio III (904-911), Benedicto IX (1032-1048), Juan XII (955-964), Bonifacio VIII (1294-1303), Clemente VI (1342-1352), Sixto IV (1471-1484), Inocencio VIII (1484-1492), Alejandro VI (1492-1503), Julio II (1503-1513) o Julio III (1550-1555)—lo demuestran.
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El Papa Juan Pablo II, dijo: --La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad”— y el tango, Cambalache, dice: --“Hoy resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor. Ignorante sabio o chorro, generoso o estafador. /   Si uno vive en la impostura, y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón ….” --. Pues eso.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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