*Por Ángel Rico
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Los
Anusim en Sefarad nos hemos caracterizado históricamente por no inmiscuirnos
en las creencias de los demás. El temor de nuestros antepasados a escuchar la
frase “tirar de la manta” es algo que está grabado en nuestra herencia
genética, es por ello que “vivimos y dejamos vivir, creemos y dejamos creer”.
Pero una cosa es --que dejemos a cada cual creer, o no creer, lo que tenga por
conveniente y otra cosa es no darnos cuenta de ciertas teatralizaciones político
religiosas que están ocurriendo en el presente--.
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Cuando
el Papa Francisco, realizó el pasado mes de mayo, su viaje a Tierra Santa, --Aman, en Jordania, Belén, en Palestina y Jerusalén, en Israel-- para reunirse con las
diferentes comunidades, tuvieron lugar una serie de actuaciones que no pueden
pasar desapercibidas ante el común de los mortales. Porque si el Islam es como es, y ordena a sus fieles
la Yihad contra los infieles; habrá que considerar
por tanto, que fue otro gesto a la galería el escrito de invitación de Francisco : -- Señor
Presidente Mahmud Abás, deseo
invitarle a usted y al Señor Presidente Shimon
Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la
posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano. Todos deseamos la paz; muchas
personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan
pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber,
especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y
constructores de la paz, sobre todo con la oración--. (Sic)
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El Papa Francisco realizó, el 8 de junio
de 2014, un gesto histórico en El
Vaticano, al reunir para una inédita plegaria por la paz en Oriente Medio al presidente israelí, Shimon
Peres, al líder palestino, Mahmud
Abas, y al Patriarca de
Constantinopla, Bartolomeo I, en los jardines de la Casina Pío IV, no muy
lejos del Museo Vaticano. Aquella reunión, de mercaderes, recordó a San Juan II, 13-22, Jesús expulsa del Templo
a los mercaderes: --Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús
subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas,
y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo
con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las
mesas. Y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí: no hagáis de
la casa de mi Padre un mercado”. Sus
discípulos se acordaron que está escrito: “El celo de tu casa me devora”.
Entonces los judíos le dijeron: “¿Que señal nos das para obrar así?” Jesús les
respondió: “Destruid éste templo y en tres días lo levantaré”. Los judíos le replicaron: Se edificó el
templo en cuarenta y seis años, ¿Y tú lo levantarás en tres días?” Más Él
hablaba del Templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de entre los muertos,
se acordaron sus discípulos que ya lo había dicho, y creyeron en la Escritura y en la
palabra de Jesús--. Hecho histórico,
que en El Vaticano se olvida con
frecuencia.
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Salvo
que el Papa tratase de mostrar a la
opinión pública su primer milagro, aquella oración común en El Vaticano, estaba condenada al
fracaso desde que fue diseñada. Ni la
Ley de la
Gravedad , ni que el Islamismo,
admita como iguales a las otras dos religiones mencionadas, --salmo milagro
papal--, pueden dejar de ser como son, por el mero deseo del Papa.
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El Papa Francisco, sabe
que el Islamismo se caracteriza por:
--No admitir más religión que el Islam.
Y el Corán no dice: "No
matarás"; dice: "Tu deber es matar a los infieles"--. Es decir,
matar a infieles como yo, o como usted, respetado lector, si no me convierto al Islam. El Corán
contiene al menos 109 versos que llaman a los musulmanes a la guerra con los no
creyentes, judíos y cristianos. Los
musulmanes que no se unen a la lucha son llamados ‘hipócritas’ y se les
advierte de que Alá les enviará al
infierno si no participan en la masacre.
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Para
los musulmanes, matar infieles (judíos y
cristianos) les absuelve de 700 pecados ante Alá— En una ocasión, se le pregunto al Apóstol de Alá: --¿Cuál es la mejor obra? – Él
respondió: --Creer en Alá y su
Apóstol Mahoma”--. Después le preguntaron: --¿Cuál es la
siguiente obra mejor en bondad?—Él respondió: --“Participar en la Yihad (guerra
santa), la lucha religiosa en la causa de Alá”--. En el concepto musulmán de “guerra santa” se enseña que:
--los mártires que mueren se aseguran el cielo--. Occidente y el Papa, deben conocer que, para los musulmanes: --La Yihad es una orden que emana de Alá, y que la transmitió Mahoma a sus seguidores. Es un
imperativo universal y para todos los tiempos, según el Islam. La Yihad , tiene que
durar hasta que la humanidad se someta al Islam.
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--¿Por
qué Francisco I, realizó aquel acto
de oración conjunta con quien tiene, el “Islamismo”, como mandato fundamental “acabar con los infieles”,
como el “Catolicismo” tiene el
mandato de “no matarás”?, ¿Por qué tanta
hipocresía ceremonial? Hipocresía, que a mi juicio, no se vio correspondida con
palabras y gestos inequívocos clamando por las muertes de miles de cristianos
en Mosul,
en una sucesión de ejemplos de limpieza
religiosa a manos del Islamismo. O
por las muertes de decenas de miles de seres humanos musulmanes, a manos de
otros musulmanes, en países musulmanes.
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Tras
aquel gesto de oración conjunta, se han
producido más de 2000 muertos en Gaza,
y más de 4000 en Siria e Irak, en el
denominado, Estado Islámico de Irak y
Siria (ISIS). Por lo que habría que solicitar: --Por favor, Santidad, no realicéis más gestos de
este tipo--. Que las oraciones por la
Paz , sean gestos individuales, y sumemos todas las oraciones
en el mismo objetivo, al fin y al cabo, Vuestras oraciones, Santidad, ante el Altísimo tienen el mismo valor que las nuestras.
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¡Que Dios me perdone! Pero observo tantas similitudes en las actuaciones de
Francisco I, en relación a los Judíos en Israel, con las de Pío XII,
en relación a los Judíos en Alemania y Polonia, en los años 30 y 40 del pasado siglo. Lo que se denominó y
puede volver a denominarse –“el fracaso moral del silencio”—es un hecho innegable
para análisis objetivos. Guardar silencio con respecto al por qué ocurre, lo que está ocurriendo, es una forma de
complicidad por omisión. Las palabras pretenciosas de entonces y ahora, están
demostrando ser totalmente inútiles. El mismo día que Pío XII comenzó su pontificado, Mussolini echo de Italia
a 69.000 judíos y aquel Papa no dijo nada. Unas semanas más tarde Italia
invadió Albania. El Papa protestó, pero "no porque un país había sido
cruelmente atacado, sino porque la agresión se había llevado a cabo en un
viernes santo". En la actualidad, y tras
las matanzas de cristianos en Mosul,
de musulmanes en Irak, Siria y Gaza,
Francisco I, sigue sin decir nada consecuente.
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Son
decenas de correos los que me están llegando de “cristianos radicales”
insinuando que Francisco I, es el “antipapa” o el delantero centro de los “Illuminati”. Obviamente no son dignos de
tenerse en cuenta. Pero también es conveniente tener presente que: --el hecho
de ser papa no está, necesariamente, ligado con estar en posesión de la verdad
absoluta--. Los ejemplos de: --Sergio III (904-911), Benedicto IX (1032-1048), Juan XII (955-964), Bonifacio VIII (1294-1303), Clemente VI (1342-1352), Sixto IV (1471-1484), Inocencio VIII (1484-1492), Alejandro VI (1492-1503), Julio II (1503-1513) o Julio III (1550-1555)—lo demuestran.
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El Papa Juan Pablo II, dijo: --“La
paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad”—
y el tango, Cambalache, dice: --“Hoy
resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor. Ignorante sabio o chorro, generoso
o estafador. / Si uno vive en la
impostura, y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey
de bastos, caradura o polizón ….” --. Pues eso.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto
Hispano Luso
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