viernes, 4 de junio de 2010

Desagradecidos y miopes sindicalistas


Por Ángel Rico *
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Acabamos de conocer que Hungría ha declarado que se encuentra al borde de la quiebra, situación similar a la de Grecia. El mal de ambos países vino por el mismo precedente, “negar oficialmente la realidad”. Los malos gobiernos tienen una especial afición a manipular los datos, adaptándolos a sus objetivos políticos. Cuando lo lógico será hacerlo al revés.
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Ese es un mal que nos es familiar. El Gobierno de Zapatero (el peor gobierno de la Democracia) ha manipulado los datos, todos los datos, desde que, tras el mayor atentado terrorista de Europa, llegó al Gobierno de España. Durante seis años, ha falseado la mayoría de los datos, políticos, económicos y sociales.
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Hasta que recibió la llamada de Barak Obama, seguía inmerso Zapatero en su mundo feliz. Falso, pero con enormes prebendas para el y los suyos. Mientras que España se iba acercando al mismo abismo, en el que están Grecia y Hungría.
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Las reformas que el sentido común aconseja, a saber: “reforma de las cajas de ahorro; reforma laboral; reforma de las competencias delegadas por el Estado a las comunidades autónoma y, a mi juicio, reforma de la legislación electoral”, Zapatero no las aplicó. No quería oír nada al respecto, solo escuchaba los consejos de quién, de facto, ha venido actuando como el vicepresidente cuarto y ministro sin cartera, Candido Méndez. Esa forma de gobernar mirando solo hacía adentro, llevó a España y, por tanto, a los españoles a la situación previsible, parecernos cada día más a Grecia y Hungría.
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Zapatero, flotando en el espejismo de sus fantasías políticas, y escudado por los líderes de los sindicatos, CC.OO. y UGT, mantuvo un mensaje del mayor defensor, del mundo mundial, de los derechos sociales. Pero ¿Qué derechos sociales?
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Porque mientras repetía discurso tras discurso, la cantinela de los “derechos sociales”, España se iba desangrando. La Hacienda Pública, por una parte y, el aumento de los desempleados por otra parte. En España nunca había habido antes tantas personas con “fantasmagóricos derechos sociales”, pero sin trabajo. Si querer admitir Zapatero y sus ministros sin cartera, Méndez y Toxo, que el principal derecho social de un español que no sea sindicalista es “el Trabajo”.
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Esa ha sido la forma de gobernar. Alimentando diariamente las fantasías de un país de cartón piedra. Creando ministerios inútiles, dirigidos por personas totalmente incompetentes, que gastaron el dinero de todos a espuertas, sin control y, principalmente, sin beneficios directos para la sociedad. Ahora tras la llamada telefónica de Obama, se tiene que acabar la fiesta (de Zapatero y sus amigos) y hay que pagar todos los gastos inútiles.
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Los sindicatos que han recibido de la Hacienda Pública, las mayores ayudas de toda la Historia, amenazan ahora a Zapatero con el “chantaje de la huelga general”. Y cuando la sociedad empieza a cuestionarse en voz alta, las ayudas que se les ha dado a los sindicatos, nos encontramos con unas declaraciones a TVE, donde Cándido Méndez se quejó de que digan de ellos que cobran jugosas subvenciones y que a ello, en buena parte, se debe su complacencia con el Gobierno. "Tenemos una economía muy modesta, subvenciones muy limitadas", dijo. También añadió que las tienen por su "representatividad" y que "no nos la regala nadie" y “en todo caso nos la hemos ganao (sic)”. ¿Cómo que nos los hemos “ganao”?. Lo procedente para tener autoridad moral, es que los sindicatos como la patronal vivan de las cuotas de sus asociados, adaptando la realidad de sus estructuras de funcionamientos a lo que realmente recauden por cuotas. Ese baño de realidad será imprescindible para que los teóricos representantes de los españoles, se den cuenta de la realidad que nos rodea.
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Solo de esa forma, serán conscientes de lo que hacemos todos los demás para aportar la ayuda necesaria para sacar a España del túnel al que el fantasioso Zapatero, con la complicad de unos sindicatos, nos han llevado.
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Unos sindicatos acostumbrados a chupar y chupar de una Hacienda Pública, a la que todos los demás estamos condenados a aportar una parte importante del dinero, que tanto nos cuesta ganar. Y encima, se permiten tener la insultante desfachatez de decir que las enormes ayudas “nos se las regala nadie, porque se las han ganao”.
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Yo, empezaré un camino de proselitismo, encaminado a motivar al mayor número de personas, para que se eliminen definitivamente las ayudas que estos miopes y desagradecidos sindicalistas reciben anualmente. ¿Se apunta usted?
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He dicho..!
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Es Presidente de APAE

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