sábado, 10 de julio de 2010

Nación y mi derecho a decidir

Por Ángel Rico*
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Tras leer gran parte de los 881 folios de la Sentencia del TC sobre el Estatuto de Cataluña he concluido que viviendo en Ciudad Real, como es mi caso, vivo en una Nación (yo si vivo en una nación) y, además, tengo derecho a decidir sobre las cuestiones generales de Castilla, de Extremadura y de Cataluña. Mira por donde, sin comerlo ni beberlo, el TC me ha recordado mis derechos. Derechos a los que no estoy dispuesto a renunciar.
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De eso se trata, sobre el término nación, el texto del Constitucional dice: «De la nación puede, en efecto, hablarse como una realidad cultural, histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa. Pero la nación que aquí importa es única y exclusivamente la nación en sentido jurídico-constitucional. Y en ese específico sentido la Constitución no conoce otra que la Nación española», es decir, mi nación.
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Siguiendo lo establecido por el Alto Tribunal, lo digo en español, lengua entendible, vehicular y oficial en Ciudad Real y en Barcelona, porque tendremos que pagar impuestos a la misma Hacienda nacional, y mirar al exterior de acuerdo con la única política exterior, la nacional. Ante las dudas y litigios siempre nos quedará recurrir al Tribunal Supremo, único, común y último Tribunal tanto en Cataluña como en Castilla.
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A la hora de tocar la dignidad, es conveniente hacer constar, que como ciudadano que soy, de esta gran nación única que es España, independiente de las demás, tengo todo el derecho a no permitir que un iznajeño (natural de Iznajar, provincia de Córdoba) con sus declaraciones, actuaciones u omisiones se mantenga en un permanente atentado contra mi dignidad. Mi dignidad tanto derecho de procurar defensa tiene como la de los catalanes. Hablar de los derechos superiores e inexistentes de los catalanes en relación a los míos, atentan contra mi dignidad de ciudadano español, que con el pago de impuestos, colaboro en la realización de las obras públicas en ese trozo de España que es Cataluña.
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Cabe recordar, porque es de aplicación hoy en España, lo que mediante el Alcalde de Zalamea, dijo Don Pedro Calderón de la Barca: “Estoy dispuesto a sufrir…. con mi hacienda; pero con mi fama, no: al Rey, la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma, y el alma es sólo de Dios”.
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El engendro jurídico que supone la sentencia de María Emilia Casas, tratando de que el texto del Estatuto diga, lo que nunca pretendió decir, ha dejado las cosas como estaban. Los catalanes de clase especial, cabreados y, el resto de españoles (incluyendo a los naturales y residentes en Cataluña) saturados de tanta mediocridad jurídica y tanto lamento injusto.
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Montilla y los del “clan cuatripartito” (PSC, ERC, CiU, ICV-EUiA) comprobaran durante su manifestación contra el Estado, la fuerza normativa de los hechos, ya que si desde la oficialidad sacaron una senyera de 250 metros cuadrados, verán en las ventanas del recorrido de la protesta en Barcelona, más del triple de metros cuadrados de banderas de España, de unos catalanes orgullosos de ser ciudadanos de esta única nación.
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Ahora lo que procede a Montilla, parafraseando a Joan Manuel Serrat, es: “niño deja de jo-o-der con la sentencia y ponte a ahorrar urgentemente, que es lo que el pueblo catalán más necesita”.
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Y desde el Gobierno de España (el peor gobierno de la Democracia), están permitiendo, por omisión, que se ataque a la separación de poderes, y por tanto a la Democracia española. No es admisible que altos cargos del Estado, como son el Presidente del Gobierno catalán y el Presidente del Parlamento catalán, sean los que encabecen la insumisión de una Sentencia del Tribunal Constitucional, pidiendo la independencia de la normativa jurídica que permite que, ambos cargos, ostenten la representación del Estado en Cataluña.
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He dicho…!
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* Es Presidente de ADRIE

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