domingo, 6 de enero de 2013

Adiós Monarquía, adiós


*Por Ángel Rico
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Los clásicos nos enseñaron que: --Quien no es digno del cargo que ocupa, merece perderlo--. Y eso es lo que está empezando a ocurrir en la Monarquía hispana. Alguien dijo que –“Cuando los españoles no sabemos qué hacer echamos a los Borbones”--; algo que en realidad solo ocurrió una vez, con la tatarabuela del actual monarca, Isabel II, mediante la Revolución de 1868 o La Gloriosa”, (Alfonso XIII,--abuelo de Juan Carlos I-- tras las elecciones de abril de 1931, que no ganaron los republicanos, pero que cobardemente, prefirió coger las del Puerto de Cartagena y que “allí –en Roma-- me las den todas”). Las actuaciones y omisiones del Jefe del Estado, están haciendo que muchos, --demasiados-, españoles estén releyendo la Historia para irse convenciendo que: –cuando la Monarquía no es buena para España, lo mejor es cambiar de régimen--.
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La Historia nos indica que el actual Jefe del Estado es el resultado de una decisión del dictador Francisco Franco, mediante la “Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado” de 26 de julio de 1947 (una de las ocho Leyes Fundamentales del franquismo) y que, de la misma forma que, una decisión dictatorial le puso donde está, la decisión de todo un pueblo le puede sustituir de ese real cargo; convirtiéndose por los avatares de sus ejemplos en: --hijo de un Rey que no lo fue y padre de otro que no llegará a reinar--. Los españoles conocemos que “la gratitud es una virtud vulgar que no obliga a los Borbones, en quienes la ingratitud misma puede ser deber y virtud cuando lo exige la razón de las razones que es la razón de Estado”.
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Los datos del CIS y de las encuestas publicadas por la prensa, indican que: --La Monarquía solo cuenta con el apoyo de la mitad de los españoles--. Contrario sensu, la mitad de España está en su contra. Algo que debería hacer cambiar la actitud en la Casa Real, debiendo trasladar el Príncipe de Asturias, la “lealtad hacia el Monarca”, por la “lealtad hacia España”, porque será, el Príncipe, el primer perjudicado, junto a los españoles del, cada día más previsible, cambio de régimen. La abdicación inmediata es algo exigible, por razonable, por sentido común y, porque: –El Jefe de Estado que no tiene fuerzas para pasar revista a las Tropas Españolas, no tiene la necesaria fuerza para dirigir el destino de los españoles--. ¿Por qué no le muestran al Rey sus propias renqueantes  imágenes?
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Su A.R. el Príncipe de Asturias, debería entender que: --empieza a cansar a España tener que salvar a la Monarquía de sí misma--. ¿Por qué debemos defender al Príncipe de Asturias, por lo que no es capaz de defender por Sí mismo?  --Señor, corréis el riesgo de escuchar, mutatis mutandis,  algo similar a lo que la Sultana, Aixa, le dijo a Boabdil: --“llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”--. Al fin y al cabo, el artículo 14, de la Constitución dice: --Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social--. Iguales, todos, menos Vos, Señor.
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La descomposición en la que se encuentra la Nación, por la injustificada sucesión de omisiones constitucionales por parte de las más altas magistraturas del Estado, obliga a preguntarse ¿qué grado de responsabilidad tiene la Monarquía en la actual situación? Porque se empieza por aceptar que --“hablando se entiende la gente”--, y se continúa pretendiendo resolver la cuestión pronunciando --“las intransigencias que llevan a maximalismos y políticas rupturistas que no nos conviene nada”— Respetado lector ¿usted, entiende lo que quiso decir el Jefe del Estado?—Yo, tampoco. 
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Hay cargos que deben  ganarse todos los días, y uno de esos cargos es la Jefatura del Estado de España. Una Nación que está corrompida, al permitir que: “no se cumpla la Constitución”, ni “las sentencias del Tribunal Supremo”, ni “la ley de banderas”, etc. Cuando la Monarquía, no encabeza la solución de la defensa del Estado, es porque forma parte del problema del Estado. Es sabido que: --No se puede razonar con los fanáticos; hay que ser más fuertes que ellos— (Émile Cartier, dijo) Y esa es la cuestión ¿se está dispuesto a ser más fuerte que los fanáticos, o se acabará siendo cómplice de los mismos? La unidad de España y de los españoles, es más importante que quien dirija, temporalmente, la Nación. Los dirigentes pasan, la nación permanece, la Historia pone a cada cual en su lugar. Y España es, y debe seguir siendo, la primera Nación-Estado de Europa.
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Mantener el actual estatus quo, es tan barbaridad como “pretender seguir cobrando comisiones por la representación empresarial española en el exterior”. El New York Times, lo puso negro sobre blanco, el pasado 28 de septiembre: -- “Al revés que otros monarcas europeos, Juan Carlos llegó al trono tras la muerte del dictador Franco con lo puesto, y ha trabajado duro para generar su propia fortuna al margen de la asignación anual que le otorgan los PGE”— (sic) Con una fortuna estimada en más de 2.300 millones de dólares, según la prensa especializada, noticia que jamás fue desmentida.
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Es posible que desde la Real Casa, se piense que, un servidor, por lo aquí escrito soy un lacayo que sirve mal; pero es que, un servidor, conoce lo que dijo, Willy Brandt: --Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen--. Y no sería justo que España se desmembrase por la apatía de un Jefe del Estado renqueante e incapaz.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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