viernes, 18 de enero de 2013

El precio de la independencia


*Por Ángel Rico
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Napoleón I dijo: --“La independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas”--. Es conveniente tener presente ese hecho a la hora de deambular entre personas que viven de la cosa pública (y no me refiero al modo de ganarse la vida las señoras de moral descuidada) sino a las actuaciones de los políticos que conocemos. Cuando en la legislatura pasada, un servidor de ustedes, manifestaba por escrito opiniones referidas a la actuación de los gobiernos (nacional y regional) de entonces, los políticos señalados y sus respectivos clanes de palmeros, que siempre acompaña a la clase política, justificaban mis “críticas” porque –un servidor—debería pertenecer al partido político contrario. En la actualidad, y tras cambiar el color político que nos gobierna, cuando sigo exponiendo mis “críticas” en relación a las actuaciones políticas, he recibido por expresar públicamente mis juicios acerca de la política que se está llevando a cabo, el peor de las acusaciones posible: --¡es independiente!, ¡es independiente!
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Pues bien, respetado lector, tengo que confesarme con usted, para tranquilizar mí conciencia: --Sí, soy independiente--. Y con la misma independencia, vehemencia y el debido respeto, que en el pasado examinaba las decisiones de Zapatero (El peor Presidente del Gobierno de la Democracia) haciendo público mis juicios al respeto, ahora procuro hacerlo con quienes tienen la responsabilidad de gobernar, para que mi conciencia esté en paz. Porque ya lo dijo Quintiliano: --“La conciencia vale por mil testigos”--.
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Conociendo las reacciones de quienes nos gobiernan, sería más “provechoso” darles la razón y cubrir de halagos a quienes están demostrando que, en el puesto que ocupan, son necesariamente prescindibles. Porque tal hipócrita actuación (la del halago inmerecido) supondría poder tener acceso a los premios y canonjías, de las que son receptores aquellos que se afanan por demostrar que pertenecen al clan halagador de los que gobiernan. Y un servidor, en cambio, decidió ser independiente y, a cambio, recibo el ostracismo de la oficialidad política.
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La independencia es lo que, por ejemplo, me permite poder decir que: --La actuación de la responsable del PP en Cataluña es impresentable--. Porque pedir “mejorar la financiación de Cataluña” supone, de facto, pedir que se “empeore” la financiación de otros territorios del Estado. Algo a lo que, como potencial perjudicado, me opondré.
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La independencia es lo que, por ejemplo, me permite poder decir que: --La actuación del responsable del ministerio de Industria, Energía y Turismo  es mediocre--. Y a los hechos y resultados de su gestión me remito, que además del encarecimiento de la energía, impedirá que España cumpla sus compromisos internacionales en materia de reducción de CO2.
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La independencia es lo que, por ejemplo, obliga a decir que: --El nivel político intelectual del gobierno de Castilla-La Mancha debe ser aumentado--, para poder salir de las impresentables cotas de desempleo que presentamos, tres puntos superiores a la, ya vergonzosa, media nacional.
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El vicio de los políticos mediocres de rodearse de personas que les dicen siempre, aquello que los mediocres quieren oír, es lo que provoca que, llegado el caso, los responsables políticos se escuden en un –no me consta que la realidad sea como parece ser--; porque en política siempre las cosas son como parecen.
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El “síndrome Marhuenda” solo lleva a la pérdida de rumbo, a corto y medio plazo; la “maruhenditis” provoca  atrofia política y no darse cuenta que se mantienen estructuras políticas que no defienden el interés general, como por ejemplo: --aquellas corporaciones locales que, en 2012, no realizaron para la sociedad ninguna actividad; repito “ninguna actividad”; tripito “ninguna actividad”, pero se mantiene el personal administrativo que había en el pasado, y claro, hay que pagar los salarios y gastos derivados de ese personal tan poco productivo; y que en 2013 tampoco hay previsto que realicen actividad alguna y al que habrá que pagar mediante, presunta, malversación, desviando fondos públicos, que deberían servir para pagar a proveedores y que, en cambio, se destinarán para pagar a los innecesarios funcionarios amigos--. Si usted, respetado lector, me pregunta el nombre de esta entidad, le responderé: --La Mancomunidad de Cabañeros--.
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La Secretaria General del Partido Popular, y Presidenta del Gobierno de Castilla-La Mancha, en la “20 Intermunicipal Popular” ha dicho: --En el Partido Popular quien la hace la paga--. Estoy impaciente por ver quién paga por la política, real y absurda del párrafo anterior, lo que está claro es que: –quienes no cobran son los proveedores de la mencionada mancomunidad, porque el dinero que debería destinarse al pago de  servicios realizados, se destina a la retribución del innecesario funcionariado--.
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Yo, que soy independiente desde siempre, me veo en la leal obligación de dar a conocer los hechos anteriores, y parafraseando a Orwell: “Si la libertad significa algo, debe ser, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír” para que luego, esos políticos, no digan como excusa que “no les consta” que pasa lo que está pasando ahí delante; porque solo hay que querer verlo y actuar en consecuencia para demostrar que:--lo que les mueve es la vocación de servicio público, que se hace con total transparencia, defendiendo el interés general y no el particular, por ser defensores de una serie de valores y principios que no tienen nada que ver con determinadas actitudes o determinados comportamientos”—  (Cospedal dixit)
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Ellos son políticos, yo independiente, y la verdad es la verdad ...
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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