miércoles, 30 de enero de 2013

A S. A. R. el Príncipe de Asturias


*Por Ángel Rico
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Señor, con el máximo respeto, me permito felicitaros hoy, por vuestro cuadragésimo quinto aniversario ¡Que cumpláis muchos más!
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Dicho lo anterior, Señor, esta es una buena fecha para recordar las palabras que vuestro augusto abuelo, el Rey Juan, pronunció el 14 de mayo de 1977 tras aquel taconazo, que sigue resonando en la memoria de los españoles de la transición. --¡Por España, todo por España! ¡Viva España, viva el Rey!-- Al renunciar de iure a los derechos dinásticos, que había perdido de facto, por la Ley de Sucesión de Franco, y ceder a su hijo, Juan Carlos I, vuestro padre, la jefatura de la Familia y Casa Real de España.
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En ocasiones, Señor, la Historia presenta contingencias rocambolescas, que dejan a cada cual frente a una realidad que admite diferentes interpretaciones. La abdicación de la reina Beatriz de Holanda, en el Príncipe Guillermo Alejandro, con las reales palabras: --“Ha llegado el momento. Es tiempo para una nueva generación”no os dejan a vos, Señor, en una situación de claro liderazgo, lo que en mi opinión, no será bueno para la España del futuro.
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“Setenta y cinco años” de edad, en Holanda se asemejan mucho a “setenta y cinco años” en España; como igualmente son muy semejantes “cuarenta y cinco” años  en Holanda y España. La diferencia es la visión de  hechos semejantes por parte de los monarcas participantes, y ahí está el quid de la cuestión histórica.
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En España los monárquicos ultraortodoxos defienden la idea de que: --Aquí los reyes deben morir en la cama, no existiendo la hipótesis de una abdicación--. Lo cual es una tesis que, confieso Señor, no entender. A mi juicio lo importante debe ser siempre el interés de España, no el mantenimiento de una tradición que, como vos sabéis, y según las encuestas sociológicas --el cincuenta por ciento de los españoles, están en contra de la actual Monarquía--.
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La carcoma del actual Estado, no está siendo tratada como corresponde. En ocasiones da la sensación de que, desde las altas instancias  se sube el volumen de la música ambiente para no escuchar el “grooaa, grooaa” de los coleópteros anobios, que están perforando la madera de las vigas de la estructura del Estado. Lo que es perfectamente comprobable, si se mira con interés lo que está ocurriendo; empezando por vuestra Real Casa, e ir ampliando la mirada al resto de instituciones oficiales.
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Ninguna empresa de éxito, de tamaño grande, mediano o pequeño, es dirigida por un patriarca septuagenario, cuando existe la alternativa de un heredero más joven, más preparado, y mejor conocedor de la generación con responsabilidades en la economía, la política y las actividades sociales. El pasado está bien para los ensayos históricos, pero no para dirigir el timón de un Estado que se encuentra en una peligrosa zozobra.
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En la última entrevista en televisión su Majestad el Rey dijo de vos: --“Es alguien en quien tener confianza y seguridad. Es muy leal”—Y, a un servidor, le surge la duda: --Vos ¿Sois leal a vuestro padre? ¿Al Jefe del Estado? Ó ¿A España? Porque, en la actual encrucijada histórica, de crisis de valores y de dificultades económicas e institucionales, la lealtad más necesaria es a España y, por tanto, a los españoles.
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En España hubo monarcas con preparación similar a la vuestra: --El Sabio Alfonso, Felipe II, Carlos III, etc. — Y todos, asumieron las responsabilidades correspondientes al cargo en edad temprana. Por tanto, sería procedente que vos, Señor, mantuvieseis una conversación de Estado con vuestro augusto padre, para hacerle ver, que igual que en 1977, hoy hace falta escuchar un --¡Por España, todo por España!—y que el mejor servicio posible a España es abdicar en vos, para retomar el rumbo.
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La Historia nos recuerda resultados negativos de aferramiento al poder, por ejemplo, la oposición del viejo Emperador Francisco José I, para abdicar en su hijo el Archiduque Rodolfo de Habsburgo, heredero de la Corona del Imperio austrohúngaro, con los resultados conocidos. Dando los hechos la razón al aspirante Archiduque Rodolfo cuando dejó escrito: --“La realeza no es más que una enorme ruina que se derrumbará a la primera tempestad”— (sic) Quedando demostrado que la negativa a aquella posible abdicación, supuso el derrumbe del Imperio austrohúngaro en un racimo de países, --Austria, Hungría, Republica Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegobina, Serbia, Montenegro, Rumania, Polonia, Trieste, Ucrania--.
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El sostenella y no enmendalla, suele traer resultados negativos, séase siervo o noble. Hay alarma social en la ciudadanía que no comprende, Señor, como se utiliza el dogma de reinar hasta la muerte, mientras se va muriendo el Estado, al que amamos, no por ser grande, sino por ser el nuestro.
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Señor, la Historia no perdonará que Os limitéis a ir al rebufo de los acontecimientos; no podéis renunciar a la cuota parte de responsabilidad que corresponde a quien pudiendo llegar a ser ya, esperó a que las circunstancias vitales le fueran propicias.
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Me permito utilizar las palabras escritas en el Testamento político del Emperador, Carlos V al Segundo Felipe; --Ruego a Dios que os ampare de su mano, enderece y guíe vuestros deseos a su servicio, y para bien reinar y gobernar, y finalmente alcanzar la gloria, que siendo vuestra, también lo será de España.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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