jueves, 22 de julio de 2010

Fan de la verdad

Por Ángel Rico*
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Les confesaré a ustedes que últimamente me están enviando bastantes correos, distintos lectores catalanes, donde me afean mi posición en relación a la “cuestión catalanista”. Independientemente del fondo en sus puntos de vista, que respeto, tengo que señalar que la mayoría de mis críticos coinciden en una serie de características que paso a explicarles.
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En primer lugar, los escritos pecan, a mi juicio, de un excesivo “dequeísmo”. En segundo lugar, los escritos carecen de un sentido lógico de “sujeto, verbo y predicado”, lo que les hace difícilmente entendibles, y que obliga a tener que leerlos varias veces, para comprender qué es lo que me quieren recriminar, (resultado de una deficiente formación educativa), En tercer lugar, hacen una mención excesiva de los mitos de “Franco y el franquismo”. Y finalmente, todos muestran un preocupante desconocimiento de su Historia, en particular, y de la Historia de España, en general.
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Dicho lo dicho, tengo la obligación de emitir una respuesta general, que sirva para todos aquellos a quiénes les cabrea que yo esté contra los injustificados lamentos, de una clase catalanista, egoísta, injusta y con notables carencias de formación social, histórica, lingüística y democrática. Algo en lo que coinciden el Presidente de las Cortes catalanas, el Presidente del Gobierno catalán, el ex presidente del Barcelona club de futbol y la mayoría de mis críticos, entre otros.
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Vaya por delante y en relación a la Guerra Civil de 1936-39, que fueron los “nacionalistas catalanes” de entonces quienes ayudaron a Franco a ganar aquella guerra. No fuese a ser que “el Frente Popular” se acabase quedando con la fabriqueta de la familia. Les recomiendo leer a Josep Pla, para enterarse de la histórica postura “catalanista” del 34 al 39. Por tanto la querencia “catalanista” con las dictaduras, siempre fue mayor que la mía y de mi familia, toda vez que mi provincia, Ciudad Real, fue la última provincia de España que se mantuvo fiel a la II República. "Cuando el 29 de marzo de 1939, sobre las 18,15 horas, entraban en Ciudad Real las primeras tropas franquistas", hacia mucho tiempo que Cataluña era ya oficialmente franquista.
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En relación a los comentarios de que fuimos beneficiados, en el resto de España, por el franquismo tengo que ilustrar, a estos críticos, diciéndoles que, en Castilla la Nueva de entonces, el franquismo no instaló empresas y en Cataluña sí. Teniendo como resultado en Cataluña la creación de la mayor proporción de clase media de todo el Estado. Tuvimos carreteras tercermundistas hasta bien entrada la democracia, mientras que envidiábamos la red de carreteras del Estado en Cataluña. La red sanitaria de esta Castilla, era sencillamente inexistente comparada con la catalana. Y nos moríamos de sed, porque los únicos pantanos que construyó Franco en Castilla, fueron para trasvasar agua a Murcia y Levante. Prohibiéndosenos el riego, lo que dicho sea de paso, viene ocurriendo ininterrumpidamente desde 1964. Y me parece bien el reparto del agua de las cuencas hidrológicas con las zonas que lo necesitan. En Cataluña no pueden decir lo mismo.
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Por ello, vuelvo a negar la mayor. Cataluña no tiene que recibir del Estado más beneficios que el resto de España. Querer conseguir esos beneficios por la puerta falsa, saltándose la Constitución de 1978, y las sentencias de los tribunales de justicia, se llama fomentar la insurrección o el golpe al Estado. Y el lamento permanente de una clase que se cree superior al resto, es una forma de desestabilización del sistema democrático, mediante el incumplimiento permanente de la legalidad. Las guerras no estallan porque si, hay que provocarlas. Y la clase política catalanista se mantiene en una inadmisible y permanente provocación.
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Únicamente los muy indocumentados, mediocres o fanáticos ignoran la Historia, para colocarse en una postura plañidera que busca, para sí, rentas superiores a las del resto de españoles. Y eso nosotros, “el pueblo”, debemos criticarlo, e impedirlo. Denunciando todas aquellas actitudes que favorezcan una peligrosa deriva hacia intereses injustos. Si, entonces, la mayor Magistratura del Estado demostró una actitud debilísima y agónica, con la que no se ganó la simpatía de sus enemigos, y que sirvió para perder la de sus seguidores, permitiendo la desestabilización del sistema y que gobernaran quienes no habían ganado las elecciones. Implantándose la "democracia expeditiva", que Azaña tradujo como "despotismo demagógico". Hoy no debemos permitir que si desde el Gobierno de España (el peor gobierno de la Democracia) se abdica de las obligaciones, triunfen las peticiones de los injustos, mediante el “despotisme demagógico catalanista”.
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Como diría, Vázquez-Rial, “La memoria ocasiona venganza. La historia conserva y comenta”.
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* Yo soy fan de la verdad.

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