*Por
Ángel Rico
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“Cuando se descubrió que la información
era un negocio, la verdad dejó de ser importante” (Ryszard Kapuscinski)
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Le contaré a usted, respetado lector,
que en la última reunión de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España (APAE) de la
que un servidor es miembro, se debatió brevemente por sugerencia de nuestra
respetada Presidenta, Lourdes Zuriaga,
--sobre la línea informativa oficial que, desde APAE, se debería seguir en relación a la “agroalimentación”—Aquella
cuestión a la que, un servidor, nunca le había dedicado tiempo, toda vez que
siempre que opiné o escribí al respecto lo hice, de acuerdo con mi conciencia,
tratando de ser fiel a la verdad de los hechos, --porque desgraciadamente Dios no me envió por el camino de la
diplomacia--, supuso que me preguntase ¿cómo se está tratando la información agraria
en general, por los escribidores habituales de esta concreta cuestión de la
economía nacional?
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Cuando empecé a escribir sobre la
cuestión agraria, allá por los años 80 en la Revista “Jóvenes Agricultores” que editaba el Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA) aprendí que era necesario informar previamente de la
situación de los subsectores agropecuarios, para posteriormente opinar del
porqué las reacciones políticas o
económicas eran como eran. Y esa dinámica es la que he venido aplicando hasta
la actualidad en la publicación digital “geadigital.com”
que me honro en dirigir.
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En relación al sector agrario existe la
tendencia de dar una información no siempre real, unas veces para satisfacer
los objetivos del gobierno de turno, otras, para justificar las peticiones de
la casta de representantes agrarios, que se apoyan en una información sesgada
para justificar que los contribuyentes deben seguir manteniendo, sine die, a ese sector.
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Obviamente si se hubiese informado a la
opinión pública de que cada ciudadano aporta, desde nuestra adhesión a la,
entonces, CEE en 1986, cada día 30
céntimos (así un día y otro y otro) para mantener las ayudas que recibe el
sector agrario; con seguridad desde la casta de representantes
no se reivindicaría con tanto descaro, mantener unos privilegios con los que,
por ejemplo, no cuenta el sector del Transporte
de mercancías por carretera, que hoy es quien verdaderamente garantiza la Seguridad Alimentaria, al permitir que
cada mañana dispongamos en la tienda de la esquina, alimentos, frescos, de
calidad y a precios razonables.
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Esa desinformación interesada, permite
que las cosas en el agro se mantengan como están. Herbert
Spencer, nos dijo que: --Existe un principio que se resiste a toda información, que se
resiste a toda investigación, que nunca deja de mantener al hombre en una
ignorancia perenne... Es el principio de desestimar lo que no se ha
investigado--. Un ejemplo de esta tesis, la estamos comprobando estos días con
la reivindicación de los mineros, que se resisten a admitir que su sector es
totalmente inviable sin las ayudas de los contribuyentes. Como argumento prefieren
los cortes de carretera, que buscar alternativas a un sector contaminante, con
poco poder energético y, por tanto, muy caro e inviable.
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En la información agroalimentaria hay casos
similares, como por ejemplo, el sector
vitivinícola, donde de una forma totalmente ilógica, se mantiene la
política de ir aumentando la producción, de forma que cada año los excedentes
son mayores que el año anterior, de manera que los profesionales de la
vitivinicultura solo pueden vivir gracias a las ayudas que reciben. Cuando los nuevos
viñedos reestructurados se pongan a producir, tendremos sobre la mesa la
irresponsable realidad de una producción de vino tres veces mayor que la que
requieren los consumidores. Y cuando lleguemos a ese momento: --¿Qué ocurrirá?
¿Quién informará a los afectados que los sectores que no ajusten su producción
a la demanda no pueden seguir recibiendo eternamente ayudas de los
contribuyentes?--.
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En estos casos es donde, --salvo más docta
opinión--, tiene su razón de ser la información agroalimentaria. Adelantarse a
los acontecimientos, para evitar males mayores, analizando qué es lo que puede
ocurrir si no se cambia el rumbo de la política o vicios relacionados con la
agroalimentación. La información agroalimentaria no debe servir para decir
aquello que nuestros lectores, ya sea el gobierno o las OPAS, quieren leer. La información agroalimentaria no debe ser ni
progubernamental, ni popular, debe ser sencillamente –información veráz.
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La información general es distinta de la información
particular e interesada de, por ejemplo, --el departamento de prensa de “naranjas
Maripuri”-- que, como es lógico,
informará del dulzor y maravilloso color anaranjado de las “naranjas Maripuri”,
sin dedicar tiempo ni información a que, probablemente, haya alguna que otra
naranja no tan dulce y de distorsionado calibre y color. Algo similar ocurre
con la comunicación desinformada: --La gran paradoja de la era de la
información es que ha concedido nueva respetabilidad a la opinión desinformada—(Michael
Crichton) Soy de la opinión que:
--debemos dar a Dios lo que es de Dios y al César lo
que es del César.
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Porque de no ser,
manifiestamente mejorable la información agroalimentaria, no se entendería como en España es hoy más
rentable disponer de 3,5 millones de hectáreas de barbecho de
secano y 42 fábricas de biodiésel cerradas, para las que los
contribuyentes aportaron más de 1.000 millones de euros en ayudas, que creando empleo rural, contribuyendo a la Hacienda Pública y
ayudando a la Seguridad Energética Nacional. La opinión pública no lo
permitiría.
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A la pregunta de ¿Cómo debe ser la información agroalimentaria? Respondo: --Independiente, verdadera e informada. Y
para aquellos colegas que, lamentablemente, pudieran enfadarse con mi opinión
me permito recomendarles el refrán español: --Quien se pica ajos come…
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…He
dicho!
.
*Es
Director de geadigital.com
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