lunes, 9 de julio de 2012

Sobre la información, en general y, la agraria, en particular


*Por Ángel Rico
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“Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante” (Ryszard  Kapuscinski)
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Le contaré a usted, respetado lector, que en la última reunión de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España (APAE) de la que un servidor es miembro, se debatió brevemente por sugerencia de nuestra respetada Presidenta, Lourdes Zuriaga, --sobre la línea informativa oficial que, desde APAE, se debería seguir en relación a la “agroalimentación”—Aquella cuestión a la que, un servidor, nunca le había dedicado tiempo, toda vez que siempre que opiné o escribí al respecto lo hice, de acuerdo con mi conciencia, tratando de ser fiel a la verdad de los hechos, --porque desgraciadamente Dios no me envió por el camino de la diplomacia--, supuso que me preguntase ¿cómo se está tratando la información agraria en general, por los escribidores habituales de esta concreta cuestión de la economía nacional?
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Cuando empecé a escribir sobre la cuestión agraria, allá por los años 80 en la Revista “Jóvenes Agricultores” que editaba el Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA) aprendí que era necesario informar previamente de la situación de los subsectores agropecuarios, para posteriormente opinar del porqué  las reacciones políticas o económicas eran como eran. Y esa dinámica es la que he venido aplicando hasta la actualidad en la publicación digital “geadigital.com” que me honro en dirigir.
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En relación al sector agrario existe la tendencia de dar una información no siempre real, unas veces para satisfacer los objetivos del gobierno de turno, otras, para justificar las peticiones de la casta de representantes agrarios, que se apoyan en una información sesgada para justificar que los contribuyentes deben seguir manteniendo, sine die, a ese sector.
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Obviamente si se hubiese informado a la opinión pública de que cada ciudadano aporta, desde nuestra adhesión a la, entonces, CEE en 1986, cada día 30 céntimos (así un día y otro y otro) para mantener las ayudas que recibe el sector agrario;  con seguridad desde la casta de representantes no se reivindicaría con tanto descaro, mantener unos privilegios con los que, por ejemplo, no cuenta el sector del Transporte de mercancías por carretera, que hoy es quien verdaderamente garantiza la Seguridad Alimentaria, al permitir que cada mañana dispongamos en la tienda de la esquina, alimentos, frescos, de calidad y a precios razonables.
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Esa desinformación interesada, permite que las cosas en el agro se mantengan como están.  Herbert Spencer, nos dijo que: --Existe un principio que se resiste a toda información, que se resiste a toda investigación, que nunca deja de mantener al hombre en una ignorancia perenne... Es el principio de desestimar lo que no se ha investigado--. Un ejemplo de esta tesis, la estamos comprobando estos días con la reivindicación de los mineros, que se resisten a admitir que su sector es totalmente inviable sin las ayudas de los contribuyentes. Como argumento prefieren los cortes de carretera, que buscar alternativas a un sector contaminante, con poco poder energético y, por tanto, muy caro e inviable.
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En la información agroalimentaria hay casos similares, como por ejemplo, el sector vitivinícola, donde de una forma totalmente ilógica, se mantiene la política de ir aumentando la producción, de forma que cada año los excedentes son mayores que el año anterior, de manera que los profesionales de la vitivinicultura solo pueden vivir gracias a las ayudas que reciben. Cuando los nuevos viñedos reestructurados se pongan a producir, tendremos sobre la mesa la irresponsable realidad de una producción de vino tres veces mayor que la que requieren los consumidores. Y cuando lleguemos a ese momento: --¿Qué ocurrirá? ¿Quién informará a los afectados que los sectores que no ajusten su producción a la demanda no pueden seguir recibiendo eternamente ayudas de los contribuyentes?--.
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En estos casos es donde, --salvo más docta opinión--, tiene su razón de ser la información agroalimentaria. Adelantarse a los acontecimientos, para evitar males mayores, analizando qué es lo que puede ocurrir si no se cambia el rumbo de la política o vicios relacionados con la agroalimentación. La información agroalimentaria no debe servir para decir aquello que nuestros lectores, ya sea el gobierno o las OPAS, quieren leer. La información agroalimentaria no debe ser ni progubernamental, ni popular, debe ser sencillamente –información veráz.
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La  información general es distinta de la información particular e interesada de, por ejemplo, --el departamento de prensa de “naranjas Maripuri”--  que, como es lógico, informará del dulzor y maravilloso color anaranjado de las “naranjas Maripuri”, sin dedicar tiempo ni información a que, probablemente, haya alguna que otra naranja no tan dulce y de distorsionado calibre y color. Algo similar ocurre con la comunicación desinformada: --La gran paradoja de la era de la información es que ha concedido nueva respetabilidad a la opinión desinformada—(Michael Crichton) Soy de la opinión que: --debemos dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
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Porque de no ser, manifiestamente mejorable la información agroalimentaria,  no se entendería como en España es hoy más rentable disponer de 3,5 millones de hectáreas de barbecho de secano y 42 fábricas de biodiésel cerradas, para las que los contribuyentes aportaron más de 1.000 millones de euros en ayudas, que  creando empleo rural,  contribuyendo a la Hacienda Pública y ayudando a la Seguridad Energética Nacional. La opinión pública no lo permitiría.
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A la pregunta de ¿Cómo debe ser la información agroalimentaria? Respondo: --Independiente, verdadera e informada. Y para aquellos colegas que, lamentablemente, pudieran enfadarse con mi opinión me permito recomendarles el refrán español: --Quien se pica ajos come…
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…He dicho!
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*Es Director de geadigital.com

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