*Por Ángel Rico
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Es
conocido, del Evangelio de Juan 20:24-29 que: --Aunque a Tomás se le anuncia la resurrección de Jesús, se niega a admitirla: “Si no veo
en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y
meto mi mano en su costado, no creeré / (29) Jesús le dijo: Porque me tienes visto, Tomás, creíste; bienaventurados lo que no vieron y creyeron”—
Ergo, si Tomás necesitó “ver para
creer” y, por el Maestro, fue
perdonado; un servidor, que es consciente de todos los apartados que Rajoy ha incumplido del “Programa Electoral del PP-2011” –espero ser merecedor del perdón, por no tener
argumentos para creer ahora, a quien viene incumpliendo todas sus promesas electorales
desde el 21 de diciembre de 2011. ¿Por qué debo creer ahora, a quien me está
mintiendo desde su acceso al gobierno?
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Dicho
lo cual, le confesaré a usted, respetado lector, que días atrás pregunté a mis
hijos, por el motivo que forzó la dimisión del Presidente Nixon en Estados
Unidos e, ipso facto,
respondieron: --“Por el escándalo Watergate”--,
siendo necesario hacerles ver que: --Técnicamente lo que obligó a Nixon a dimitir, no fue tanto el Watergate en sí, cuanto mentir sobre el
propio escándalo, porque, Nixon y su
equipo conspiraron para ocultar que se cometieron los hechos, forzando las
cosas hasta tal extremo que, ante la evidencia del “Impeachment o proceso de
destitución presidencial” y cumpliéndose el aserto de que, en Estados Unidos, ningún hombre, ni
siquiera el Presidente, es tan importante o poderoso como para escapar a la
seriedad de la Ley ,
Nixon decidió dimitir--.
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Tras
la dimisión de Nixon, este confesó:
--Mis colaboradores han podido verme
activo y sereno durante la crisis, y es que los que me conocen saben que cuanto
peor se pone la cosa, más tranquilo me pongo— (sic). Al escuchar este
párrafo mis hijos sonrieron, no puedo garantizar el motivo, pero intuyo que
debieron imaginar alguna similitud con protagonistas de la actualidad.
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Lo
que más enfadó, entonces, a los ciudadanos de Estados Unidos, fue que –todos los hombres del Presidente, la
“unidad secreta de los fontaneros”
creada de forma clandestina al efecto, de ocultar los hechos, con
decisiones totalmente sectarias decididas secretamente en el Despacho Oval--, se confabulasen para ocultar lo ocurrido.
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Los
que conocemos aquellos hechos históricos, nos resultan familiares ciertos tics
que se están evidenciando ahora. Y, me permito opinar que: --tan injusto es
defender que “los (presuntos) delincuentes siempre mienten”, como defender que
“los políticos siempre dicen la verdad”. Verbigracia, me explicaré; si a las 11,45
horas a un delincuente se le pregunta ¿qué hora es? Y este (el delincuente)
responde que “las doce menos cuarto”, el delincuente estaría diciendo la verdad.
Y si ante la misma pregunta a un político, este respondiese: --Esa es una
cuestión a la que me gustaría contestar con la mayor transparencia y el mayor
rigor posible, son “las cuatro y veinte de la tarde”-- el político estaría
mintiendo. Por lo que hay que defender que –la verdad es la verdad, la diga un
delincuente o un político--.
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Dicho
lo anterior es comprensible el distanciamiento de la sociedad de la clase política.
En la actualidad el PP se ha
convertido en un partido “logocéntrico” (tendencia donde las
palabras y los discursos son más importantes que los hechos). Se esgrimen las
grandes palabras, en discursos bonitos, olvidando que deben ir acompañados de
los hechos. Los acólitos del PP de Castilla-La Mancha, me afean que, un
servidor, repita las promesas de Cospedal
en su discurso de investidura, a saber: --Ser
honesto es aceptar que el reconocimiento de un error es la posesión de la nueva
verdad. Les anuncio los tres grandes objetivos de mi política económica: El
primero es la creación de empleo. El segundo es la creación de empleo. Y el
tercero es la creación de empleo. Mi gobierno creará un marco abierto a las
iniciativas de los ciudadanos, donde reinará la libertad, la confianza, la
seguridad jurídica, el estímulo a la inversión y a la creación de empresas—
(Cospedal
dixit)
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Los
hechos son amores y no buenas razones, decían los clásicos: El resultado a
aquellas políticas palabras, de Cospedal,
son: --Hoy 52000 parados más que en
aquel momento y un inexistente marco para el estudio y potenciación de
proyectos creadores de empleo— Los enfados de los, muy, seguidores del PP no deben dirigirse a quienes
recordamos las palabras de sus líderes y evidenciamos los incumplimientos. Los
enojos, a mi juicio, deben dirigirse a aquellos políticos suyos que tras
pronunciar: -- esa es una cuestión a la que me gustaría contestar con la mayor
transparencia y el mayor rigor posible—y posteriormente sus hechos, son
contrarios a las promesas. Porque hacer lo contrario de lo que se promete, se
llama mentir. Y en países con democracia arraigada, los políticos que mienten
son obligados a dimitir.
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Mientras
no vea que las palabras de Rajoy y Cospedal, se ajustan a la realidad, me
permito acogerme a la quinta enmienda y recordar al apóstol Tomás, sin que sea necesario que Carl Bernstein o Bob Woodward, nos presenten “The Smoking Gun” de las,
inconfesables, conversaciones entre Rajoy
y Barcenas.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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