*Por Ángel Rico
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Los
clásicos nos hablaron de lo importante que es, --“hacer de la necesidad
virtud”—, aprendiendo a transformar las
dificultades del presente, en las herramientas para conquistar el futuro. Este
principio debería ser obligatorio en política, para aprovechar las
características de cada época y transformarlas en energía positiva, al servicio
de la siguiente.
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Dicho
lo cual, si hubiera vida en el “Ala
Oeste de La Moncloa ”,
el equipo habitual se reuniría con el Presidente
del Gobierno, para hacerle ver que, –dadas las actuales circunstancias,
sería bueno aprovechar la coyuntura para darle a la ciudadanía lo que la ciudadanía
está pidiendo--. Y cuando se realizase la pregunta: --¿Y qué quiere la ciudadanía?--, responder: --Que se eliminen las
ayudas públicas a partidos políticos, sindicatos, patronal, patronalillas,
credos religiosos, etc., y además, la eliminación del Senado— De forma que los
partidarios, afiliados, simpatizantes o seguidores de cada una de estas
entidades, fuesen quienes financiasen, con su aportación, los gastos que cada entidad necesitase, y sin Senado los contribuyentes se ahorrarían
una pasta cada día, y la vergüenza de los pinganillos.
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Así,
las referidas entidades, deberían acercar los objetivos de su quehacer diario,
a las exigencias de sus acólitos, si pretendiesen contar con la simpatía y la
aportación económica de los asociados. De esta forma, los ciudadanos al
comprobar que: --no hay mal que por bien no venga--, aceptarían como positivos
los resultados extraídos del actual momento de crisis política, institucional y
de valores que caracteriza a la actual sociedad.
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De
forma que la vigente situación febril, hubiese servido como el inicio de la
necesaria terapia a la fétida realidad
política que nos ahoga.
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En
momentos como los actuales, viene bien haber leído a los clásicos, como por
ejemplo a Montesquieu, que en su
obra “El
espíritu de las leyes” dice:-- Es menester que el pueblo sea juzgado por las leyes y los nobles por la fantasía del
príncipe; que la cabeza de este último esté en seguridad y la de los grandes no
lo estén. Sin esto no habría régimen despótico // No se miren las acciones de
los hombres (políticos) por buenas sino por bellas; no por justas, sino por
grandes; no por razonables, sino por extraordinarias.
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Sobre la Educación en un gobierno despótico:--En las
monarquías, la educación procura
únicamente elevar el corazón; en los Estados despóticos, tiende a rebajarlo; es
menester que sea servil. La educación
servil es un bien en los Estados despóticos, aún para el mando, ya que nadie es tirano sin ser a la vez esclavo.
//La obediencia ciega supone crasa ignorancia, lo mismo en quien la admite que
en el que la impone. El que exige obediencia extremada no tiene que discurrir
ni dudar: le basta con querer.// En los Estados despóticos es cada casa un
reino aparte, un imperio separado. La educación que consiste principalmente en
vivir con los demás, resulta en consecuencia muy limitada: se reduce a infundir
miedo y a enseñar nociones elementales de religión. // El saber sería muy
peligroso, la emulación funesta; en cuanto a las virtudes, ya dijo Aristóteles que no cree puedan tener
ninguna los esclavos; lo que limita aún más la educación en esta clase de
gobierno. // Quiere decir que donde existe el régimen despótico la educación es
nula. Es preciso quitarlo todo para después dar algo; hacer lo mismo una mala
persona para hacer de ella un buen esclavo. // ¿Y para qué esmerar la
educación, formando un buen ciudadano que tomará parte en la común desdicha? Si
se interesara por la cosa pública, sentiría tentaciones de aflojar los resortes
de gobierno; lográndolo, se exponía a perderse él, a perder el príncipe y
acabar con el imperio— (sic)
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Es
decir, que en la viciada situación política actual, --como ocurría en el siglo
XVII-- tienen parte de responsabilidad, --la ley, la educación, el despotismo, la tiranía, la esclavitud
mental, la partitocracia y el gobierno--. Y ahora que lo sabemos,
deberíamos hacer lo que proceda para regenerar la política, y que esta esté al
servicio de la ciudadanía, y no al contrario. Regeneración que podría hacerse –si hubiera vida en el Ala Oeste--. Pero
no la hay. El tedio y la monotonía dominan la escena gubernamental actual. Con
un gobierno cada día mas solo, donde una gran parte de sus simpatizantes y
votantes están dispuestos a darle la espalda en la próxima convocatoria
electoral, al no entender, no solo la inactividad en cuestiones de principios,
como el “terrorismo”, la “unidad de España”,
o la “independencia de la Justicia ”; sino
principalmente, el gobernar a salto de mata en cuestiones, como la energía, el
empleo, la industria y no hacer lo procedente para disminuir el excesivo coste
de la estructura del Estado. Es tan
descontrolada la situación actual, que proyectos buenos para el Estado, no pueden llevarse a cabo por
no haber nadie que coordine a los distintos departamentos implicados, y en
ocasiones, dentro del mismo ministerio.
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Así
es la situación actual, donde España
se juega tener que pagar una sanción de 1370
millones de euros, por un exceso de CO2,
en relación a los objetivos previstos, y la Oficina Española de Cambio Climático, la Secretaria de Estado de Medio Ambiente, la Fundación Biodiversidad ,
pertenecientes todos al Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente-- no unen sus esfuerzos, para conseguir el
objetivo común, porque no hay nadie en el Gobierno
de España, que controle a departamentos dispersos; evidenciando que no hay
vida en el “Ala Oeste de la Moncloa ”, proliferando
el –sálvese quien pueda—. Mientras que somos muchos los que pensamos, como
salvación, en --la constelación de las Pléyades--,
es decir, en Soraya.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA&GEA
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