*Por Ángel Rico
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Ha
llegado a mi conocimiento la, presunta, carta de una nieta del Holocausto, Clara Valverde, a la Secretaria
General del PP,
María Dolores de Cospedal; donde Valverde
para justificar su participación en casos de escrachar: --romper, destruir,
aplastar— (DRAE 1ª acepción) justifica sus actuaciones, con el siguiente
argumento: -- Los ciudadanos que hacemos escrache llevamos años
dedicados a frenar las injusticias y el aumento de las desigualdades que su
partido y otros llevan a cabo contra los ciudadanos más indefensos y con menos
recursos /--Ante esta situación de desmantelamiento de la sociedad que ustedes
están llevando a cabo, que algunas personas peguemos una pegatina en la puerta
de su casa es en realidad, un gesto demasiado discreto--. (Clara Valverde, dixit)
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¿Quién
maneja el “discretómetro” utilizado
por Valverde? Yo, con el debido respeto, a la presunta
nieta de perseguidos por el nazismo le digo: --Si su abuelo, Willy, su tía, Mina
y los familiares, Kürt Gefäll; Elsa
Gefäll; Rosa Gefäll; Matilde Gefäll; Anton Gefäll; Pauline Feil; Hermina “Mina”
Gefäll, --que usted hizo públicos-- y tantos otros, viviesen hoy, les
avergonzaría usted con sus escraches borroka “discretos”.
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Porque
esa misma “discreción” es lo que, al principio, argüían aquellos ciudadanos civiles
alemanes (y los camisas pardas de Mussolini) que empezaron la locura,
señalando a los judíos y empapelando las paredes de sus establecimientos con
lemas acusadores. Los escrachadores, empiezan
por calificar de “discreta” la pegada de pegatinas (Sí se puede), las amenazas
y coacciones a políticos en sus viviendas, y se corre el riesgo de admitir
aceptable la siguiente fase del proceso, y las siguientes otras.
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No dedicaré, como judío (Anusim) sefardí, más
tiempo a la Historia de nuestros
hermanos en la Alemania nazi, los
hechos están ahí y --sólo la falta de honradez más flagrante, el fanatismo
político más cerrado o la ignorancia histórica más supina, permiten realizar
justificaciones como las argumentadas por la señora Valverde-- Es conocido que no hay peor ciego que quien no quiere
ver, pero aún así, las cosas son como son.
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Sin
entrar al fondo del asunto tengo que confesar que: --yo estoy a favor de la
dación en pago, considerando que las tasaciones del valor de las viviendas
deberán mantenerse en vigor durante toda la vida del préstamo hipotecario--. No
obstante lo anterior y si admitimos –solo como hipótesis de trabajo—que los
escrachadores pudieran tener razón cuando argumentan que “con sus actuaciones
quieren impedir las injusticias” hay que tener presentes algunas cuestiones y
conceptos previos, a saber:
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Considerando
que la línea que separa lo “legal”
-- Prescrito por ley y conforme a ella /
Perteneciente o relativo a la ley o al derecho--, de lo “ilegal”
-- Que
es contra ley-- es muy delgada;
cuando los escrachadores traspasan esa línea en “solo” dos palmos, estarán
situados en lo que señala el artículo 172 del Código Penal: --El que sin
estar legítimamente autorizado impidiere a otro con violencia hacer lo que la Ley no prohíbe, o le compeliere
a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de
prisión de seis meses a tres años o con multa de seis a veinticuatro meses,
según la gravedad de la coacción o de los medios empleados-- y el artículo
573: --Los que, sin pertenecer a organización o grupo terrorista, y con la
finalidad de subvertir el orden constitucional o de alterar gravemente la paz
pública, o la de contribuir a estos fines atemorizando a los habitantes de una
población a los miembros de un colectivo social, político o profesional,
cometieren, lesiones, detenciones ilegales, secuestros, amenazas o coacciones
contra las personas— (sic) Es decir, los escraches por lo que tienen de
“amenazas y coacciones” son ilegales.
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Si
un colectivo de escrachadores justifica, como aceptable, --traspasar la ley en
dos palmos, para conseguir sus fines--, corre el riesgo de que otro colectivo
de antiescrachadores --decida situarse dos palmos más allá de los dos palmos
anteriores, para conseguir fines contrarios--. En ese momento se habría entrado
en la ley de la selva. Algo que, en ningún caso, puede aceptarse en un Estado de Derecho.
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Como
escribió Confucio “Cuando las palabras
pierden su significado, la gente pierde su libertad”. Escrache significa,
coacción y amenaza, aunque defender eso hoy, no sea políticamente correcto; por
tanto hay que impedir ser manipulados con el lenguaje.
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Yo
que no soy “agrada(d)or” del clan de
palmeros de María Dolores Cospedal,
tengo que decir que cuando la Secretaria General del PP comparó: --las protestas ciudadanas en el entorno personal de los dirigentes
políticos, con las prácticas que realizó el nazismo (la ciudadanía civil) en Alemania, como preludio del exterminio
de los judíos--, tenía razón. Aunque numerosos progres se hayan puesto estupendos,
criticando ese razonamiento. Porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.
Correspondiendo, en este caso:-- “darle a D’os,
lo que es de D’os y a Cospedal, lo que es de Cospedal”--.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano luso
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