viernes, 5 de abril de 2013

¿Qué República?


*Por Ángel Rico
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Empezaré confesando que: --intelectualmente no puedo ser monárquico, ergo soy republicano—  que, como es sabido, “República” es – la organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado--.
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Mi oposición a la “Monarquía” está basada en los mismos principios que la definen, a saber: --Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden hereditario y a veces por elección--. Unos arcaicos privilegios, que no se corresponden con la realidad de los tiempos que nos está tocando vivir, y donde, además, es un sistema tramposo que utiliza la fullería cuando le conviene para mantener los privilegios. Y claro, se empieza haciendo fullerías para llegar al puesto, y se siguen admitiendo las trampas, para mantenerse en el cargo. Incluso, aunque la sucesión de engaños acaben destruyendo el Estado, como una plaga de carcoma que se extiende tras cada uno de los engaños.
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En España, tenemos el agravio, incomprensiblemente, admitido por el respetable, de que el actual Rey, fuese impuesto como tal, por el dictador, en lugar de su padre “Juan I” al que le habría correspondido tal honor. Y una vez, admitida la primera fullería, se introduce otra para que el sucesor del actual Jefe del Estado, no sea su primera, ni segunda heredera, sino el tercero, por el mero hecho de ser varón, por lo que éste fue designado Príncipe de Asturias, y futuro rey. Lo que, choca frontalmente con la propia Constitución que introduce  “la igualdad de todos ante la Ley”.
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Es decir, no quiero que las trampas, las marrullerías, las tretas y las artimañas sean lo que caracterice la Jefatura del Estado donde yo vivo y donde lo harán mis nietos, quiero un Estado que  sea libre, leal e igualitario.
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Por eliminación de las alternativas posibles nos quedaría la “III República” y ante esa hipótesis me embarga la melancolía, viendo quienes son los lumbreras que encabezan tal alternativa. Personas que quieren repetir los errores, las arbitrariedades, los excesos y, por tanto, las injusticias, que la Historia demuestra que, cometió la “República II”.  Injusticias que son desconocidas por quienes hoy levantan el pendón descolorido tricolor –rojo, amarillo y morado—, bandera que, no se eligió en 1931 por un precedente histórico, sino por una excesiva exposición al sol de un pendón al que se le descoloró, del rojo al morado, la franja inferior.
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Defender volver a la “República” bajo esa descolorida bandera tricolor, como argumentos políticos, es un riesgo que no estoy dispuesto a soportar; porque sería sinónimo de poner el poder en manos de unos ignorantes que desconocen, en primer lugar la Historia de España, y en segundo lugar, que la actual bandera de España, no es un distintivo de la dictadura, sino de la Historia, concretamente el resultado del concurso que, al respecto,  mandó el rey Carlos III porque la bandera de aquellos momentos, blanca de los borbones con el escudo de España, era fácilmente confundida con las banderas de otros países también de monarquías borbónicas, como Francia por ejemplo, dando lugar a muchas equivocaciones en el mar. Cansados de esto Carlos III eligió entre una serie de doce modelos que se presentaron, la actual bandera de España es roja y amarilla, porque el amarillo unido al rojo crea una combinación muy bien identificable en el mar, que era donde se enarbolaría por primera vez.  En tiempos históricos donde “en España no se ponía el sol” y nuestras naves iban de aquí para allá.
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Para mayor abundamiento de mi oposición a la previsible “III República” me apoyo en las fotos y los mensajes de los jóvenes republicanos que están participando en un curso de “democracia popular” invitados por el gobierno de Corea del Norte, o en aquellos colectivos reaccionarios de movilización popular, que a la sombra de la bandera tricolor defienden postulados que están fuera de la Ley. Y cuando alguien se coloca fuera de la Ley para llegar al poder, se saltará las leyes que hagan falta para conservarlo. Es decir, lo que pasó en la “República II”, con la “justicia revolucionaria”, el  “politicídio” y la “checa” (de Fomento, por ejemplo).
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Pueden contar conmigo quienes quieran cambiar la Constitución para que España sea una República, como Portugal, Francia, Alemania, o Estados Unidos de América, y donde no esté implícito volver a la tricolor que significó tantas arbitrariedades para la ciudadanía de entonces. Si para ello tengo que esperar, lo haré hasta que, en su caso, llegue la “IV República”.
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La “cosa pública” --del latín “Res Pvblica”--  no es algo que garantice, per se, la igualdad ante la Ley y la aplicación de los Derechos del Hombre; tenemos numerosos casos de “repúblicas” donde la dictadura del poder esclaviza las mentes y el libre albedrío de sus ciudadanos. Y esa tendencia hacia el autoritarismo, también está en los genes de algunos reaccionarios que hoy, en España, quieren cambiar la Ley saltándose la Democracia, las actuales leyes y la soberanía popular reflejada en las Cortes, colectivos que, por ejemplo, admiran los regímenes de Cuba, Venezuela, Bolivia y Corea del Norte que, aún siendo repúblicas, no tienen nada de ejemplarizantes.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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