*Por Ángel
Rico
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Empezaré confesando que: --intelectualmente no
puedo ser monárquico, ergo soy republicano—
que, como es sabido, “República”
es – la organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período
determinado--.
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Mi oposición a la “Monarquía” está basada en los mismos principios que la definen, a
saber: --Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter
vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden hereditario y a
veces por elección--. Unos arcaicos privilegios, que no se corresponden con la
realidad de los tiempos que nos está tocando vivir, y donde, además, es un
sistema tramposo que utiliza la fullería cuando le conviene para mantener los
privilegios. Y claro, se empieza haciendo fullerías para llegar al puesto, y se
siguen admitiendo las trampas, para mantenerse en el cargo. Incluso, aunque la
sucesión de engaños acaben destruyendo el Estado,
como una plaga de carcoma que se extiende tras cada uno de los engaños.
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En España,
tenemos el agravio, incomprensiblemente, admitido por el respetable, de que el
actual Rey, fuese impuesto como tal,
por el dictador, en lugar de su padre “Juan
I” al que le habría correspondido tal honor. Y una vez, admitida la primera
fullería, se introduce otra para que el sucesor del actual Jefe del Estado, no sea su primera, ni segunda heredera, sino el
tercero, por el mero hecho de ser varón, por lo que éste fue designado Príncipe de Asturias, y futuro rey. Lo
que, choca frontalmente con la propia Constitución
que introduce “la igualdad de todos ante
la Ley ”.
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Es decir, no quiero que las trampas, las
marrullerías, las tretas y las artimañas sean lo que caracterice la Jefatura del Estado donde yo vivo y donde lo
harán mis nietos, quiero un Estado
que sea libre, leal e igualitario.
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Por eliminación de las alternativas posibles nos
quedaría la “III República” y ante
esa hipótesis me embarga la melancolía, viendo quienes son los lumbreras que
encabezan tal alternativa. Personas que quieren repetir los errores, las
arbitrariedades, los excesos y, por tanto, las injusticias, que la Historia
demuestra que, cometió la “República
II”. Injusticias que son
desconocidas por quienes hoy levantan el pendón descolorido tricolor –rojo,
amarillo y morado—, bandera que, no se eligió en 1931 por un precedente
histórico, sino por una excesiva exposición al sol de un pendón al que se le
descoloró, del rojo al morado, la franja inferior.
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Defender volver a la “República” bajo esa descolorida bandera tricolor, como argumentos
políticos, es un riesgo que no estoy dispuesto a soportar; porque sería
sinónimo de poner el poder en manos de unos ignorantes que desconocen, en
primer lugar la Historia de España, y en segundo lugar, que la
actual bandera de España, no es un
distintivo de la dictadura, sino de la Historia ,
concretamente el resultado del concurso que, al respecto, mandó el rey Carlos III porque la bandera de aquellos momentos, blanca de los
borbones con el escudo de España,
era fácilmente confundida con las banderas de otros países también de
monarquías borbónicas, como Francia
por ejemplo, dando lugar a muchas equivocaciones en el mar. Cansados de esto Carlos III eligió entre una serie de
doce modelos que se presentaron, la actual bandera de España es roja y amarilla, porque el amarillo unido al rojo crea
una combinación muy bien identificable en el mar, que era donde se enarbolaría
por primera vez. En tiempos históricos donde “en España no se ponía el sol” y nuestras naves iban de aquí para
allá.
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Para mayor abundamiento de mi oposición a la
previsible “III República” me apoyo
en las fotos y los mensajes de los jóvenes republicanos que están participando
en un curso de “democracia popular” invitados por el gobierno de Corea del Norte, o en aquellos
colectivos reaccionarios de movilización popular, que a la sombra de la bandera
tricolor defienden postulados que están fuera de la Ley.
Y cuando alguien se coloca fuera de la Ley
para llegar al poder, se saltará las leyes que hagan falta para conservarlo. Es
decir, lo que pasó en la “República II”,
con la “justicia revolucionaria”, el “politicídio” y la “checa” (de Fomento,
por ejemplo).
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Pueden contar conmigo quienes quieran cambiar la Constitución
para que España sea una República, como Portugal, Francia, Alemania, o Estados Unidos de América, y donde no esté implícito
volver a la tricolor que significó tantas arbitrariedades para la ciudadanía de
entonces. Si para ello tengo que esperar, lo haré hasta que, en su caso, llegue
la “IV República”.
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La “cosa pública” --del latín “Res
Pvblica”-- no es algo que
garantice, per se, la igualdad ante la Ley
y la aplicación de los Derechos del
Hombre; tenemos numerosos casos de “repúblicas” donde la dictadura del
poder esclaviza las mentes y el libre albedrío de sus ciudadanos. Y esa
tendencia hacia el autoritarismo, también está en los genes de algunos
reaccionarios que hoy, en España,
quieren cambiar la Ley saltándose la Democracia ,
las actuales leyes y la soberanía popular reflejada en las Cortes, colectivos
que, por ejemplo, admiran los regímenes de Cuba,
Venezuela, Bolivia y Corea del Norte
que, aún siendo repúblicas, no tienen nada de ejemplarizantes.
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…He dicho!
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*Es
Presidente del Instituto Hispano Luso
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