jueves, 18 de abril de 2013

Que la encina, en alguna ocasión, nos permita ver el bosque


*Por Ángel Rico
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En la programación televisiva actual es posible, sin demasiado esfuerzo, encontrar el caso de, Carmelo Encinas, un profesional de la opinión pública  que pulula programa, tras programa, y se esfuerza en dejar claro que --es la persona con mayor conocimiento del tema a debate--. Es indiferente, que el asunto trate de política nacional, internacional, economía, física cuántica, religión, medicina, deporte, etc., cualquiera que sea el tema a debate, ahí está don Carmelo para evidenciar que la verdad absoluta se apellida, Encinas.
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Si en un programa de debate participan, por ejemplo, seis tertulianos, Encinas, acaparará para sí y para su verdad absoluta, más del 50% del tiempo total. Con argumentos propios, que empiezan a ser calificados por el respetable como: --argumentos encinistas--. Cuando alguno de los tertulianos, osa contra argumentar, las “verdades encinistas”, don Carmelo mueve ficha, pero no para poner sobre la mesa mejores argumentos, sino para poner un mayor número de decibelios.
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Pero si tal táctica no incomodase suficientemente a quienes sobrellevan el programa, Encinas, ha popularizado el estilo propio, de hablar al mismo tiempo –pero con mas decibelios-- que lo hace este o aquel osado contra argumentador, de tal forma que los televidentes no perciban diferentes argumentos que los expuestos por don Carmelo para, en su caso, llegar a conclusiones propias sobre la cuestión. Tal anhelo, es imposible.
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La sabiduría del señor Encinas tiene tal nivel, que a quien le contradice, le hace una o varias preguntas que, por su innata sabiduría, no deja responder al interpelado, sino que responde el propio Encinas. Es decir, hace la pregunta y emite la respuesta. En algunos casos, cuando el debate es con algún político, no de la simpatía del señor Encinas, que ha hecho tal o cual propuesta política, y el político aludido quiere aclarar el significado de su propuesta, Encinas le corta en su exposición, argumentado: --Lo que usted propone, es esto o aquello--. Dejando al autor de la iniciativa con dos palmos de narices, al escuchar que: --por encima de la capacidad intelectual propia, de quien ideó una propuesta política, para buscar unos resultados concretos—el autor tiene que escuchar, de Encinas, la realidad visible e invisible, de lo que el político pretende.
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Ante tan reiterada sucesión de tácticas de embrollo dialéctico, para no llegar a otra conclusión diferente a la que la innata sabiduría del señor Encinas impone, los televidentes estamos  utilizando el poder del zapping, desplazándonos a otras cadenas con menos sabiduría personalizada. Lo que repercute en las cadenas que invitan a este sabio  opinador, que hace bajar la audiencia y, por tanto, la publicidad en dichas cadenas de televisión.
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Los responsables de esas cadenas de televisión deben ser conscientes que, lo que los televidentes buscan, es poder percibir los diferentes matices del bosque, para llegar a conclusiones propias; que los datos no se discutes, sino que se contrastan; algo que es imposible si se nos coloca delante, permanentemente, la sabia figura de Encinas. La participación de este tertuliano, con tácticas de debate como las que acabo de recordar, no ayudan a fidelizar la audiencia, porque cuando una familia, se traslada a otras cadenas de televisión, hay muchas posibilidades de quedarse allí, forzando, por la evidencia de los hechos, al cierre de las televisiones que pierden audiencia, como ya ocurrió en otro caso conocido por el aludido.
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Por tanto deben analizar si lo que aplican en esos programas de televisión es el “pluralismo” o el “encinismo” algo que, más temprano que tarde, ahuyentará a la audiencia hacia otros espacios con menos sabiduría y menos decibelios.
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…He dicho!
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*Es miembro de APAE

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