*Por
Ángel Rico
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Si, hipotéticamente, un reputado doctor médico,
catedrático especialista, por ejemplo, en aparato digestivo, fuese preguntado
por un paciente sobre dolores agudos que padece en la zona de, --la cabeza del
húmero y/o la corredera bicipital--, no tenemos dudas que el disgestólogo
recomendaría a su paciente visitar a un especialista en traumatología, no
osando prescribir –el catedrático, doctor especialista en aparato digestivo--
ningún tratamiento traumatológico.
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Lo que es normal en la vida cotidiana,
deja de serlo en la cosa política. Con ejemplos conocidos donde --un político
especialista en la materia “A” le acaban premiando con la dirección del
negociado de la materia “B”--. Atribuciones asignadas por el superior político
jerárquico, experto en la materia “C”, y que con ese nombramiento mostró sus
escasos conocimientos en las materias “A” y “B”. Esas designaciones arriesgadas
no tendrían mayor importancia si los resultados en el negociado “B” –presentados
por el experto en “A”-- fuesen positivos para la sociedad. Pero cuando los
datos, de forma insistente, muestran resultados negativos, el “sostenella y no enmendalla” se acaba
convirtiendo en un grave e inadmisible error político.
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Lo diré de otra forma; si a un
acreditado catedrático y diseñador gráfico industrial, le fuese conferida,
hipotéticamente, la consejería de industria de una comunidad autónoma
imaginaria, los gerentes de las industrias establecidas en esa comunidad no entenderían
tal nombramiento; sobre todo, si los datos industriales, trimestre tras
trimestre, mostrasen datos de retroceso, desinversión y aumento del desempleo regional
ligados a ese sector.
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Si la cercanía al superior jerárquico
político, facilitasen el ascenso del diseñador gráfico al puesto de máximo responsable
sectorial de industria en ese partido político, en un país occidental serio, se
escucharía la voz contraria de los partidarios, exigiendo el nombramiento de
alguien más directamente especializado en industria, como responsable político
del partido en esa materia.
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Ese ejemplo de sentido común político, no siempre ocurre en España, donde, el uno por el otro, predomina
el silencio en los órganos internos de los partidos políticos, permitiendo los
asociados –el que calla otorga-- que
personas con claras deficiencias y conocimientos en los asuntos que dirigen (aunque pudieran ser muy doctos en otros)
sean las que se vean obligadas, como argumento político, a exhibir salvas de
cohetería, para que los afectados dirijan sus miradas al “ploff - ploff” de los petardos, y no analicen los deficientes resultados
del tal o cual negociado político.
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Mantener en puestos no adecuados, a
políticos bien intencionados, pero desconocedores de la materia que dirigen,
acaba presentando situaciones que inducen a la melancolía, donde el superior
político solicita resultados al inferior, y este a los directores generales de
su gabinete, que le acaban respondiendo: --que
algo no puede hacerse y suelen ser interrumpidos por otros que ya lo están
haciendo--. Joel A. Barker
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Usted, respetado lector, coincidirá
conmigo que si un zapatero, pretendiese arreglar problemas técnicos internos de
un computador, alegando que: --maneja bien la lezna o escarificador, la
escofina y el galgo— como instrumentos de su trabajo diario, con toda seguridad,
el ciudadano sensato le respondería “zapatero,
a tus zapatos”. Lo que acabo de exponer de una imaginaria consejería, en un
hipotético gobierno regional, aplíquelo usted en su comunidad autónoma y en la
consejería más cercana a sus intereses, y verá como tengo razón.
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La responsabilidad de gobierno debe ser
algo más que ocupar un cargo público, cualquiera que este fuera; los ciudadanos
que pagan sus impuestos, y, con ellos, mantienen la estructura del gobierno, se
merecen saber que, para cada puesto se ha designado a los mejores, de entre los
mejores. No que, en algunos casos, ese responsable está ahí por ser el mejor de
los palmeros, el que mejores halagos repite o, el compañero de hermandad o de club
social.
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Entre
las muchas cosas que hay que cambiar en la política española, --además de
introducir las listas electorales abiertas-- otra de ellas es la de empezar a exigir
resultados a los responsables políticos, porque como dijo Charlotte Morrow: --Si un
partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse que los
ciudadanos le hagan culpable de la sequía--. Y cuando, tras seis trimestres,
no haya resultados positivos, el máximo responsable jerárquico, deberá proceder
al cambio en los negociados que no presenten resultados reales. Porque de no
hacerlo, se estará poniendo de manifiesto que: --será el máximo responsable, y
no solo el adjunto, quien está de sobra en el gobierno--. Y, para aquellos que,
presumiblemente, se diesen por aludidos con este “Off the record”, con el
debido respeto, les emplazo a la lectura del refranero español: --“Quien se
pica, ajos come…..”
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…He
dicho!
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*Es
Presidente del GEA&GEA
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