miércoles, 8 de mayo de 2013

La desimputada del Rey

*Por Ángel Rico
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La Ley, la Justicia, la Igualdad y el Rey, son conceptos que están en boca de ciudadanos sorprendidos, por lo que está pasando a su alrededor. Numerosos hechos acaecidos en nombre de: --la Ley, la Justicia, la Igualdad y el Rey— están provocando una enorme alarma social. Hermosas palabras: –Ley, Justicia, Igualdad y Rey— si fuesen bien utilizadas por aquellos a quienes corresponde utilizarlas bien, algo que no está ocurriendo.
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Un servidor, que se creyó el espíritu de la Constitución Española, me he sentido ofendido por lo referido a “la desimputada del Rey”. Y mírese, por donde se mire, esa decisión judicial  ha puesto de manifiesto que: --no todos somos iguales ante la Ley--.
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El artículo 14, de la Constitución Española dice: --Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social--. Con el auto dictado ayer por la Audiencia de Palma de Mallorca, ha quedado de manifiesto que la Constitución, cuando interesa al régimen, se incumple.
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Yo no sé, si la “desimputada del Rey” con apellido que inicia con “B”, tiene  que ser juzgada, lo que si digo es que, --de acuerdo con la propiedad conmutativa—   la imputada con apellido que empieza por “T” tampoco debe ser imputada. A casos iguales, tratamientos iguales. Porque la Ley podrá o no ser justa, pero lo que nunca puede ser es arbitraria. Y en esta cuestión hay una inadmisible real arbitrariedad.
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Visto lo visto, y la reacción de la sociedad española, cabrá concluir que: --hoy la Monarquía está peor que nunca--. Que así sea, si así la Monarquía lo ha querido. Lo que cabe preguntarse es ¿Qué piensa al respecto el Príncipe de Asturias? Porque los dislates de la Justicia, acabarán repercutiendo negativamente en lo referido al artículo 57 de la Constitución –La Corona de España es hereditaria--.
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Imagino que tras el conocimiento del auto de la Audiencia de Palma, se habrán descorchado algunas botellas de vino en La Zarzuela, para celebrar que –siguen estando por encima de la Ley--. Sin darse cuenta que, en el brindis llevan la penitencia, de la pérdida del capital que, a esa familia, les otorgaron los españoles. Si hoy hubiese un referéndum al respecto, y tras el recuento de los sufragios, esa familia tendría que dirigirse al Puerto de Cartagena.
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La ciudadanía que necesita, como acicate, evidencias ejemplarizantes, se siente, con razón, insultada con casos como el de la “desimputada del Rey”. Porque si el régimen es capaz de hacer esto, será capaz de hacerlo todo para mantenerse en el poder. Y como prueba de tanto servilismo, las palabras que sobre la “desimputación” pronunció el Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación: --“Una magnífica noticia que se suspenda la imputación de una  Infanta de España”—  dijo; como si para los españoles, lo importante fuera la Infanta, en lugar de España. Tanto servilismo gubernamental, ha vuelto a  poner de manifiesto que, para estos burócratas, es más importante la parte, que el todo. En el exagerado vasallaje también hay que incluir al Fiscal General del Estado que, al respecto, --“se congratula de que la Infanta ya no esté imputada”--.
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De las urgentes reformas que necesita el Estado, una de ellas es: --la reforma de la Justicia--, para que los jueces, tengan potestad, autoridad e independencia para juzgar los asuntos que correspondan.  Hay que recordar a Chateaubriand, cuando dijo: --“La Justicia es el pan del pueblo; siempre está hambriento de ella”--. Y la Historia, nos enseña que los pueblos cuando tienen hambre, por faltarles la Justicia, echan mano de las antorchas.
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Tengo que confesar, respetado lector, que de todo lo referido a “la desimputada del Rey”, lo que más me ofendió fueron los brincos y cabriolas dialécticas, al respecto,  del referido ministro de Asuntos Exteriores. Es tan distante la ubicación de la España real, de la España oficial, que pronuncian sus albricias y sus contentos sin importarles  que los ciudadanos se sientan insultados.
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Soy consciente, como diría Quevedo que: --“Donde hay poca Justicia es un peligro tener razón”--, pero la ciudadanía civil, tenemos la obligación, ante nosotros mismos, de poner de manifiesto aquellas cosas que no nos gustan, para que en el Régimen sepan, que lo sabemos.
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¿Qué se puede hacer desde la civilidad?  Respuesta: --Ser conscientes que el Régimen se alimenta de la actitud lanar de los ciudadanos. Es necesario agruparse en organizaciones sociales, independientes, democráticas y alternativas a los dos grandes partidos del Régimen. Y como eso necesita ser hecho,  ¡lo haremos!--.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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