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Si
me lo permiten, les contaré la --leyenda, jácara, cuento, fábula--, que ocurrió
en tiempos recientes,
en un lugar llamado “Esperanzópolis” donde sus ciudadanos
vivían sumidos en una profunda tristeza y melancolía porque, para satisfacer
sus necesidades cotidianas, debían optar entre adquirir los bienes a la familia
“Bermellones”
o a la familia “Azulopes”.
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El
monopolio de servicios era tan grande que, --el agua, las manzanas, el pan, la
leña, incluso, los escritos de amor, eran brindados por las familias de los “Azulopes” y por la familia “Bermellones”. Estas familias, además prometían -el mejor
crecepelo, pócimas para quitar verrugas, y bebedizos para curar las hemorroides— a
cambio de fidelidad y paciencia. La vida cotidiana transcurría con una
imperturbable y oscura monotonía, y los bienes que recibían los “esperanzoles” cada vez eran de peor
calidad; no solo el agua olía mal, el pan era mohoso y duro, las manzanas podridas y
la leña mojada, sino que los escritos de amor en lugar de ofrecer requiebros y
encuentros, reflejaban insultos, humillaciones, vergüenzas y distanciamientos. Y
cuando llamaban a la puerta de casa a las seis de la mañana, nunca –pero nunca,
nunca—era el lechero, sino los recaudadores de tributos para llevarse los
últimos granos de trigo. Todo debido a un irrespirable bifamiliarismo político.
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La
alternativa al agua podrida y el pan
duro de los “Bermellones” eran las manzanas pasadas de los “Azulopes”;
la leña de ambos nunca ardía, por lo
que imperaba el frío en las casas de los
“esperanzoles” --¿les he dicho que,
las dos familias, ofrecían crecepelos, pócimas para quitar verrugas, y
bebedizos para curar las hemorroides?--. El conjunto de estos productos de mediocre calidad iba indisponiendo a los
ciudadanos, que cada día tenían menos fuerzas, pujanza y paciencia que el día anterior,
aunque más ojeras y melancolía.
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En
“Esperanzópolis”
se ofrecían otras propuestas de productos frescos alternativos, que no tenían
la posibilidad de ser adquiridas por los ciudadanos, al no ser conocidas por el
enorme ruido de las proclamas sobre -- crecepelo, pócimas para quitar verrugas,
bebedizos para curar las hemorroides y petición de más paciencia--. Otros, con similar ambición, en lugar de
crecepelos, bebedizos y pócimas, ofertaban --rosas sin espinas-- ¿Cómo pueden
ser creíbles quienes ofrecen rosas sin espinas, o la capacidad de mezclar el
agua y el aceite?
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En
una ocasión se produjo una enorme tormenta ¡Enorme! Que duró varias semanas,
con caída de granizo, rallos y
centellas; que indujo que los otros pequeños ofertantes de productos dignos, --distintos
de los “Bermellones”, “Azulopes” y “Rosas sin espinas”— bajo
un puente protector. Allí coincidieron ciudadanos
normales, cobijándose de la borrasca e
inclemencias exteriores. La sucesión de rallos, hizo posible que, bajo el protector
puente, se discutiese sobre la cuestión de: --¿por qué no unir, en una misma
propuesta, las cinco o seis alternativas pequeñas?-- Mientras el vendaval caía
fuera, en el cobijo, se planificaba como llevar a cabo la utopía de la unión de
seis propuestas individuales, coincidiendo que --de hacerlo, el resultado del
conjunto, sería mayor que la suma de las pequeñas individualidades de ahora--.
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Al
finalizar la tormenta, salieron de su cobijo, uniendo sus fuerzas y su voz, en
un grito común y acompasado. La primera alocución la hicieron en la plaza del “Es Posible” y el mensaje inaugural
fue: --No, tenemos crecepelo, ni pócimas para quitar verrugas, ni bebedizos
para curar las hemorroides, por tanto, aquellos que necesiten de curas para
esos males que requieran los servicios de los “Bermellones” y los “Azulopes”
para los demás ¡aquí estamos!--.
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La
ciudadanía en general, se planteó que –en cualquier caso— el resultado de la
propuesta alternativa no podría ser peor que el que tenían en ese momento, y
también era un rumor generalizado que –nadie conocía un solo caso de persona
real a quien le hubiese crecido el pelo, ni verrugosos que dejaran de serlo por
las pócimas “Bermellones” o “Azulopes”, ni casos de mejoría de
otros males por la ingesta de los bebedizos oficiales--.
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A
partir de aquel momento cambiaron de proveedores, el agua era fresca, las manzanas sabrosas, el
pan tierno y caliente, la leña seca ardía en los hogares, calentando y haciendo
habitables los mismos, y los escritos de amor, transmitían esperanzas,
ilusiones, sentimientos intensos, y seguridad en la conquista del futuro.
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Los
argumentos de las fábulas, no solo ocurren en los cuentos, sino que –con la
voluntad y el desprendimiento suficiente, pueden hacerse realidad, con una
ciudadanía que está ahí, sedienta de soluciones, cansada de que su pan sea incomible,
sus manzanas detestables, por la estúpida ilusión de que los mercaderes “Bermellones”
y “Azulopes” digan tener: --crecepelos, pócimas para
quitar verrugas, y bebedizos para curar las hemorroides--.
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Moraleja: --El
sentido común, en una ciudadanía dinámica, es más grande que las promesas de
quienes han hecho del engaño las características de sus marcas de casta
política. Ha llegado el momento de cambiar la tendencia. Para hacer posible ese
cambio es necesario que los, hipotéticos, personalismos imposibilitantes de tal
utopía, den un paso al lado, para hacer posible la unión de las propuestas, en
una sola y apasionante coalición de intereses, donde el bien de España sea más importante que las
ambiciones individuales de sus protagonistas. Para ello, además, hay que dejar
claro que: --En esta deseada nueva propuesta política, no se ofrecerá crecepelo, ni pócimas, ni bebedizos para curaciones
imposibles--. A cambio de la verdad, con la Reconversión
necesaria, la Sociedad Civil podrá
tener más Democracia y Libertad Popular,
para alcanzar la nueva Alternativa política Española
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…He dicho!
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*Es, Presidente del Instituto Hispano
Luso
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