domingo, 5 de mayo de 2013

Transformar la fábula en realidad política es posible

*Por Ángel Rico
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Si me lo permiten, les contaré la --leyenda, jácara, cuento, fábula--, que ocurrió en tiempos recientes, en un lugar llamado “Esperanzópolis” donde sus ciudadanos vivían sumidos en una profunda tristeza y melancolía porque, para satisfacer sus necesidades cotidianas, debían optar entre adquirir los bienes a la familia “Bermellones” o a la familia “Azulopes”.
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El monopolio de servicios era tan grande que, --el agua, las manzanas, el pan, la leña, incluso, los escritos de amor, eran brindados por las familias de los “Azulopes”  y por la familia “Bermellones”. Estas familias, además prometían -el mejor crecepelo, pócimas para quitar verrugas, y bebedizos para curar las hemorroides— a cambio de fidelidad y paciencia. La vida cotidiana transcurría con una imperturbable y oscura monotonía, y los bienes que recibían los “esperanzoles” cada vez eran de peor calidad; no solo el agua olía mal, el  pan era mohoso y duro, las manzanas podridas y la leña mojada, sino que los escritos de amor en lugar de ofrecer requiebros y encuentros, reflejaban insultos, humillaciones, vergüenzas y distanciamientos. Y cuando llamaban a la puerta de casa a las seis de la mañana, nunca –pero nunca, nunca—era el lechero, sino los recaudadores de tributos para llevarse los últimos granos de trigo. Todo debido a un irrespirable bifamiliarismo político.
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La alternativa al agua podrida y el  pan duro de los “Bermellones” eran las manzanas pasadas de los “Azulopes”;  la leña de ambos nunca ardía, por lo que  imperaba el frío en las casas de los “esperanzoles” --¿les he dicho que, las dos familias, ofrecían crecepelos, pócimas para quitar verrugas, y bebedizos para curar las hemorroides?--. El conjunto de estos productos  de mediocre calidad iba indisponiendo a los ciudadanos, que cada día tenían menos fuerzas,  pujanza y paciencia que el día anterior, aunque más ojeras y melancolía.
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En “Esperanzópolis” se ofrecían otras propuestas de productos frescos alternativos, que no tenían la posibilidad de ser adquiridas por los ciudadanos, al no ser conocidas por el enorme ruido de las proclamas sobre -- crecepelo, pócimas para quitar verrugas, bebedizos para curar las hemorroides y petición de más paciencia--.  Otros, con similar ambición, en lugar de crecepelos, bebedizos y pócimas, ofertaban  --rosas sin espinas-- ¿Cómo pueden ser creíbles quienes ofrecen rosas sin espinas, o la capacidad de mezclar el agua y el aceite?
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En una ocasión se produjo una enorme tormenta ¡Enorme! Que duró varias semanas, con caída de granizo,  rallos y centellas; que indujo que los otros pequeños ofertantes de productos dignos, --distintos de los “Bermellones”, “Azulopes” y “Rosas sin espinas”— bajo un puente protector. Allí coincidieron  ciudadanos normales, cobijándose  de la borrasca e inclemencias exteriores. La sucesión de rallos, hizo posible que, bajo el protector puente, se discutiese sobre la cuestión de: --¿por qué no unir, en una misma propuesta, las cinco o seis alternativas pequeñas?-- Mientras el vendaval caía fuera, en el cobijo, se planificaba como llevar a cabo la utopía de la unión de seis propuestas individuales, coincidiendo que --de hacerlo, el resultado del conjunto, sería mayor que la suma de las pequeñas individualidades de ahora--.
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Al finalizar la tormenta, salieron de su cobijo, uniendo sus fuerzas y su voz, en un grito común y acompasado. La primera alocución la hicieron en la plaza del “Es Posible” y el mensaje inaugural fue:   --No, tenemos crecepelo, ni pócimas para quitar verrugas, ni bebedizos para curar las hemorroides, por tanto, aquellos que necesiten de curas para esos males que requieran los servicios de los “Bermellones” y los “Azulopes” para los demás ¡aquí estamos!--.
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La ciudadanía en general, se planteó que –en cualquier caso— el resultado de la propuesta alternativa no podría ser peor que el que tenían en ese momento, y también era un rumor generalizado que –nadie conocía un solo caso de persona real a quien le hubiese crecido el pelo, ni verrugosos que dejaran de serlo por las pócimas “Bermellones” o “Azulopes”,  ni casos de mejoría de otros males por la ingesta de los bebedizos oficiales--.
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A partir de aquel momento cambiaron de proveedores,  el agua era fresca, las manzanas sabrosas, el pan tierno y caliente, la leña seca ardía en los hogares, calentando y haciendo habitables los mismos, y los escritos de amor, transmitían esperanzas, ilusiones, sentimientos intensos, y seguridad en la conquista del futuro.
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Los argumentos de las fábulas, no solo ocurren en los cuentos, sino que –con la voluntad y el desprendimiento suficiente, pueden hacerse realidad, con una ciudadanía que está ahí, sedienta de soluciones, cansada de que su pan sea incomible, sus manzanas detestables, por la estúpida ilusión de que los mercaderes “Bermellones” y “Azulopes”  digan tener: --crecepelos, pócimas para quitar verrugas, y bebedizos para curar las hemorroides--.
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Moraleja: --El sentido común, en una ciudadanía dinámica, es más grande que las promesas de quienes han hecho del engaño las características de sus marcas de casta política. Ha llegado el momento de cambiar la tendencia. Para hacer posible ese cambio es necesario que los, hipotéticos, personalismos imposibilitantes de tal utopía, den un paso al lado, para hacer posible la unión de las propuestas, en una sola y apasionante coalición de intereses, donde el bien de España sea más importante que las ambiciones individuales de sus protagonistas. Para ello, además, hay que dejar claro que: --En esta deseada nueva propuesta política, no se ofrecerá crecepelo,  ni pócimas, ni bebedizos para curaciones imposibles--. A cambio de la verdad, con la Reconversión necesaria, la Sociedad Civil podrá tener más Democracia y Libertad Popular, para alcanzar la nueva Alternativa política Española
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…He dicho!
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*Es, Presidente del Instituto Hispano Luso

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