martes, 28 de mayo de 2013

Soy Judío, por tanto, soy "infiel" con todas sus consecuencias

*Por Ángel Rico
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Tras mi anterior --Off the record-- “Islamismo frente a la estupidez colectiva” han sido numerosos l@s ignorantes que han osado afear mi opinión, con un común denominador: --“fue una provocación”--. Admito que todos ellos tienen derecho a opinar, sobre un servidor, como consideren oportuno, pero todos tienen que admitir que, en cuestión de Islamismo en Occidente, las cosas son como son, y el hecho de no quererse dar por enterados, no hace que las cosas cambien.
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Que la mayoría acepte vivir en la ignorancia, no significa que yo lo tenga que hacer, porque: --soy Judío, vivo en Sefarad y, por tanto, soy infiel— a ojos de los musulmanes, en general y, de quienes, aspiran a volver a dominar al-Ándalus, en particular.
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La libertad religiosa es uno de los Derechos del Hombre, aunque esos derechos no siempre se respetan por quienes pretenden vivir a nuestro lado, sin aceptar nuestra legislación y libertad y tratando de imponer los dictados de su religión. La prueba más simple para saber si nuestro interlocutor es, o no, digno de que le demos la espalda, será cerciorarnos de si acepta: --la igualdad de la mujer, el reconocimiento de Estado de Israel y la reciprocidad religiosa—(entendiendo por reciprocidad religiosa, que si un musulman reivindica la existencia de mezquitas en Occidente, debe admitir la existencia de iglesias y sinagogas, en igualdad de condiciones, en cualquier país musulman) Aquel ciudadano o país, que no acepte esos principios generales no deberá ser considerado demócrata, porque no respeta nuestros derechos.
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Los seguidores del Islám están influidos por las obligaciones del Qur’an (El Noble Corán) y la Sharia, que es el soporte jurídico obligatorio, para el buen musulmán. La Sharia no emana del legislador humano, sino que es un código rebelado por Dios –el clemente, el misericordioso-- para aquellos que tienen intelecto, por tanto no admite discusión. El buen musulmán, la cumple sin concesión a la discusión.
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Los ciudadanos libres amparados por el Derecho Moderno, ya se trate del Derecho Romano o el Derecho Anglosajón, dependiendo del país del que se trate, se someten a la Declaración Universal de Derechos Humanos. Incluso el Derecho Japonés, influído por el Derecho alemán y por el francés; todos admiten la discrepancia, la interpretación y, en su caso, los recursos ante tribunales superiores. En los países musulmanes la Sharia es el Derecho obligatorio, que no admite discusión, ni recurso y la interpretan e imponen los Ulemas.
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Occidente se caracteriza por el libre albedrío, y por la posibilidad de leer, de educarse y de cambiar de ideas e, incluso, de religión. Algo que a los musulmanes les está prohibido, porque la apostasía está castigada con la muerte, de acuerdo con la Sharia.
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Para un Judío como yo, que  he leído a: --Al-Tabari, Arendt (Hannah), Boecio, Cervantes, Cicerón, Darwin, Descartes,  Dostoyevski, Fallaci (Oriana), Friedman (Miltón), Grossman (Vasili), Hawking (Stephen), Kant, Levi (Primo), Lutero (Martin), Maimónides, Maquiavelo, Moro (Tomas), Nietzsche, Ovidio, Pessoa, Rotterdan (Erasmo), Rousseau, Rushdie (Salman), Shakespeare, Weber, Tolstoi, entre otros, supone un reto vital debatir sobre lo divino y lo humano. El debate intelectual es posible con todos menos con un musulmán, porque de hacerlo seré condenado a muerte, y no hacerlo es estar condenado al ostracismo intelectual.
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Que la Sharia tiene que ser tenida en cuenta en Occidente, queda de manifiesto en el BOE, 2 de mayo de 2012,  que trata de los Tratados Internacionales firmados por España con otros países, donde Paquistán, por ejemplo aplicará los tratados –en la medida que no sean contrarios a la Sharía— (sic) o, la sentencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, (13 de febrero de 2003)  en relación a la aplicación de la Sharía en Turquía, para ilegalizar los partidos políticos libres, incompatible con la Declaración de los Derechos Humanos.
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Hoy día, mientras sorprende la instauración de la Sharia en Libia, o Egipto, grupos musulmanes vigilan y controlan barrios enteros en Europa, --Londres, París, Berlín, Copenhague,  o Lérida--,  con carteles que indican: --“Está entrando en zona controlada por la Sharia”--. La mayoría de la ciudadanía puede seguir viviendo en una falsa arcadia feliz, sin querer admitir que el ciudadano musulman que viste la “taqiyah” y la “thawb” obligando a su mujer e hijas a vestir el “hiyab”, no lo hace por una cuestión de moda, sino en aplicación la Sharia.
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Estamos viendo que --haber nacido en el Reino Unido o Dinamarca--, no son argumentos suficientes para impedir que los musulmanes, actúen siguiendo las instrucciones de los muftís,  imanes o ulemas, de sus mezquitas habituales. Interesarse por las consignas que se imparten en mezquitas de Afganistan, Egipto o Sudán, puede ser impertinente para los gobiernos de Occidente, pero estar informados de los lemas que se imparten en mezquitas de Berlín, Copenhague, Londres, París o Barcelona, es totalmente procedente porque: --las mezquitas no son solo un lugar religioso, sino un escenario donde se impone la realidad religiosa, social, cultural y política—y, nosotros, los infieles, debemos ser conocedores que,  entre otras, la sura 9:29, dice: -- ¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura (judíos y cristianos), no creen en Alá,  ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!-- (sic)
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Mientras tanto, alguien tendrá que manifestar que: --en Europa las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres; no tienen por qué obedecer ciegamente a sus padres y maridos; tienen libertad en el vestir; la poligamia no es legal,  y la palabra de una mujer tiene el mismo valor que la del hombre--. Así son nuestras costumbres y derechos; no es obligatorio vivir en Europa, pero sí cumplir sus leyes.
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No se combate a los “lobos solitarios musulmanes” fomentando la ignorancia general, sino con información de que: --“lo que es previsible que ocurra, acabará ocurriendo”— En la indolente sociedad occidental son pocos quienes, además de la Biblia, el Talmud y la Torá, han leído el  Qur’an (El Noble Corán) y la Sharia, para ser conscientes de lo qué piensan, aquellos que son obligados a seguir las directrices indiscutibles del Islám, en definitiva: --No podemos ser tolerables con la intolerancia--.
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 --Salam aleikum. ¡Shalom!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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